Hoy en día las hermanas Salazar pueden disfrutar de una vida holgada, cómoda y con lujos pero el camino hasta que lo lograron no fue sencillo.
Originarias de Badajoz, su familia se mudó a la capital de España cuando eran muy pequeñas en busca de una vida mejor, tal como lo contaron ayer en el programa que conduce Boris Izaguirre en La 1.
Abrieron sus corazones y junto a sus hermanos, los chunguitos nos llevaron a su dura infancia marcada por la miseria y la tragedia.
“Hemos pasado más hambre que un león”,
relataba José Salazar, el hermano de las Azúcar Moreno.
Sus padres se quedaron en una chabola que compraron en Vallecas por mi pesetas, seis euros actuales, y la convirtieron en un lugar muy particular. Era una chavola muy especial, llena de flores.
Crecieron sin agua ni luz, pero con el cariño de los suyos.
“Nos lavábamos en el río”, confiesan las hermanas Salazar.
“Yo lavaba la ropa en el río y un guardia civil que se enamoro de mi me decía que quería comprarme una lavadora. Y yo decía: Si. ¿y donde la enchufo?
“No he ido al cole y no me enseñaron ni a leer ni a escribir, aprendí solo. Yo iba por la calle y veía en un letrero la “ele” y la “a” y decia “LA”, reconocía José Salazar.
“Entonces, tenían cosas más importantes por las que luchar, como comer. Era prioritario comer antes de estudiar”, remarca Toñi.
“Mi infancia ha sido maravillosa pero caótica. Vivo mejor pero no tengo a las personas que quiero”, añadió.
Los cuatro hermanos recuerdan con tristeza la pérdida de su hermano Enrique, integrante de Los Chunguitos, que murió de cáncer en dos semanas, a su madre, a todos los que se han ido.
Pulsa para ver el documental de Lazos de sangre de Los Salazar
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