Nuestra mente y nuestro corazón también influyen a la hora de alimentarnos de una manera saludable y de adelgazar. Y a veces son los que nos juegan malas pasadas. Te contamos por qué.
Tal y como aseguran la psicóloga clínica Anna Sibel y la ingeniera química y técnica en nutrición y planificación dietética Bea Campos en su libro ‘El sobrepeso emocional’, «nuestras emociones, pensamientos y creencias tienen un impacto directo sobre cómo asimilamos, digerimos y quemamos las calorías».
Y es que, como todo en la vida y en los asuntos de salud, los diferentes aspectos de nuestro ser y de nuestro cuerpo estén íntimamente relacionados y dependen los unos de los otros. Y, en el caso de la alimentación y de las dietas de adelgazamiento, la mente y el corazón tienen mucho que ver.
Por ejemplo, quien más, quien menos, ha recurrido en alguna ocasión a la comida para sentirse mejor en un momento de ansiedad. O, al revés, cuando se encontraba mal anímicamente, se le ha cerrado el estómago.
Por eso, nuestras creencias y emociones son con frecuencia las principales responsables de que no consigamos adelgazar.
Los pensamientos limitantes son esas ideas del tipo «debo ponerme a dieta para perder peso» o «no soy capaz de mantenerme en forma» que nos generan un gran estrés, el cual activa hormonas como la insulina o el cortisol que contribuyen a almacenar la grasa y logran el efecto contrario de lo que queremos conseguir.
Por lo tanto, lo primero que hay que hacer es acabar
Lorena Martín de Vidales es una apasionada especialista en belleza y vida sana, comprometida en ayudar a las personas a descubrir su mejor versión a través de prácticas saludables y cuidados de la piel efectivos. Con una sólida formación en cosmetología y nutrición, Lorena ha dedicado su carrera a investigar y compartir los secretos para mantener una piel radiante y un estilo de vida equilibrado.
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