La idea era remontar las audiencias tan bajas que está teniendo Telecinco en los últimos meses gracias a los especiales de Rocío Carrasco.
En verano se anunció a bombo y platillo la segunda parte de Rocío contar la verdad para estar viva. Una segunda parte que se iba a llamar “En nombre de Rocío”.
Se publicitó hasta la saciedad y se anunció que estaría en nuestras pantallas el pasado otoño, cosa que como sabéis, nos sucedió
El miedo a las posibles demandas y un temática que no acababa de convencer a Telecinco ha ido posponiendo su estreno semana tras semana.
Esta semana hemos asistido al estreno de “El regreso a Montealto”, la casa donde vivió Rocío Jurado.
Mucho anuncio a bombo y platillo mucha canción de “Mama, mama de Rigoberta”, pero el caso es que Telecinco se desayunó, o se cenó más bien, con unas paupérrimas audiencias de un 12 % escaso que es lo mínimo exigible para cualquier programa.
Un auténtico desastre que hace justicia a la pésima propuesta de Mediaset.
Y es que el público no comulga con que la cadena haya tenido la brillante idea de grabar un docudrama para que sea el escarnio público de las familias Flores-Moreno, Ortega Cano y Mohedano, con base en el odio que les tiene Rociíto.
Es vergonzoso. Disfrazándolo de feminismo barato y populista, lucha contra la violencia de género, y reivindicativo de derechos… Nada. Una falacia. Una mentira tras otra que la audiencia no se ha tragado.
La escusa de recrear Villa Rocío no ha colado. Y los ataques de Rocío Carrasco, mucho menos.
¿Por qué si, supuestamente, Antonio David Flores era tan malo guardas Rociíto guarda sus cartas? ¿Cartas o carta? ¿Es esta carta que ya salió en el año 2020 y que ahora vuelven a vender como novedad?
¡En fin!
Más de lo mismo. Odio a raudales y mentiras por doquier.
Y la audiencia en caída libre.
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