Tres meses después de la muerte de su madre, ha decidido desprenderse de su casa familiar de La Moraleja. «Pasó de estar llena de gente a estar vacía, por eso ha tomado la decisión», asegura su entorno.
El pasado mayo Norma Duval (65) se enfrentaba a una de las pérdidas más difíciles de su vida. Su madre, Purificación, fallecía a los 89 años tras 11 luchando contra el Alzheimer. Lo hacía rodeada de sus seres queridos en la casa de la vedette de La Moraleja, una mansión que Norma adquirió en los años 90, cuando estaba casada con Marc Ostarcevic y era una de las artistas más reclamadas de la época. Desde que su madre enfermó, acondicionó parte la propiedad para sus cuidados y durante los meses más duros se encerró con ella, su hermano Albino y sus cuidadoras para atenderla con seguridad. Ahora que no está y sus tres hijos y sus dos sobrinas se han independizado, ha decidido dar el paso y después del verano la acondicionará para ponerla a la venta. En esa casa ha vivido los mejores años de su vida, pero también los peores con la enfermedad de su madre. «Pasó de estar llena de gente y de vida a ir quedándose vacía. Por eso ha tomado la decisión», aseguran fuentes cercanas a la artista.
ADIÓS A LO MATERIAL
Lejos de sentirse triste, quienes la conocen insisten en que afronta este cambio con optimismo, ya que con el tiempo ha decidido ir desprendiéndose de las cosas materiales. Y esta propiedad, demasiado grande para ella sola, es una de ellas. De momento no ha trascendido el precio de partida, si bien sus más cercanos saben que no tiene intención de malvender, ya que no tiene esa necesidad. De momento, fijará su residencia entre el piso que tiene en el centro de Madrid y la casa que compró en Segovia, y lo que parece bastante improbable es que se asiente en Suiza, donde vive Matthias Khiin (53), con quien va a cumplir 12 años de amor. «Lo nuestro de momento funciona», afirma sin aclarar si la boda que canceló sigue en pie. «Prefiero no anunciar nada para no volver a quedar mal», decía recientemente dejando claro que el sentido del humor es la mejor medicina contra la tristeza.
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