A punto de ser padres, Meghan Markle y el príncipe Harry ya se encuentran viviendo en Frogmore Cottage. La casa, a menos de dos kilómetros del Castillo de Windsor, cuenta con amplias zonas ajardinadas y mucha más privacidad que su anterior residencia en Kensington, motivos por los que los Duques habrían deseado mudarse. Fue precisamente en estos jardines donde posaron para oficializar su compromiso, por lo que suponemos que este lugar les traerá muy buenos recuerdos.
La vivienda ha sido reformada al gusto de Harry y Meghan que querían darle un aspecto más familiar. Entre los cambios, ha pasado de tener 10 dormitorios a 5, se ha creado una pequeña enfermería, una guardería y un gimnasio que cuenta con un estudio de yoga, el deporte favorito de la Duquesa de Sussex. También han transcendido datos llamativos como el uso de pintura vegana con el fin de crear un hogar eco-friendly. Aunque se han añadido chimeneas y escaleras, los Duques han mantenido ciertos elementos originales del edificio como los techos y las contraventanas.
También han pensado en Doria Ragland, la madre de Meghan, para quien han creado un pequeño estudio en los terrenos de la propiedad donde pueda alojarse cuando viaje a Londres. Ahora que va a ser abuela puede que las visitas sean más frecuentes.
Según varios diarios británicos,la remodelación habría costado más de 3 millones de euros. De la decoración se habría encargado la prestigiosa interiorista Vicky Charle, quien también ha trabajado para los Beckham y los Clooney, además de haber gestionado la imagen de la cadena hotelera Soho House.
Ya solo queda que llegue a la vivienda el nuevo inquilino o inquilina. Está previsto que Meghan de a luz durante el mes de abril, por lo que ya no queda nada para dar la bienvenida a “baby Sussex”, como ya se apoda cariñosamente al futuro bebé de los Duques.
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