La ‘socialité‘ se ha sincerado como nunca y, además de recordar su juventud o sus romances, ha confesado cuál ha sido la parte más amarga de la fama: «Recuerdo con dolor la marcha de mis hijos a Estados Unidos tras el secuestro de su abuelo».
Isabel Preysler tiene 71 años y durante la mayor parte de su vida ha atraído todas las miradas, así como los objetivos de la prensa. Sin embargo, y a pesar de haber llenado páginas y páginas de la crónica social, muchos de sus pensamientos y sentimientos, así como algunas de sus facetas, han sido siempre un gran misterio. Hasta ahora.
La madre de Tamara Falco (40) ha abierto su corazón como nunca y, además de definirse como una mujer «metódica, perfeccionista e intuitiva», se ha sincerado sobre temas tan personales como sus grandes amores o sus recuerdos de juventud.
Una etapa de la que disfrutó al máximo en España, donde llegó de su Filipinas natal con solo 18 años. «En Madrid me dieron libertad. Podía salir lo que quisiese, no tenía hora, rio», recuerda. Una de aquellas noches conoció a Julio Iglesias (78) y con él no solo abandonó la soltería, sino también el anonimato, que más tarde pensó que recuperaría: «Cuando me separé de él, daba por hecho que se olvidarían de mí».
No tardo en darse cuenta de que se equivocaba, y no únicamente no volvió a recuperar su vida discreta, sino que se convirtió en la ‘reina de corazones‘, título compartido con su inseparable amiga Carmen Martínez-Bordiu (71). Durante estos años, ambas acapararon los focos, pero Preysler también descubrió el lado más amargo de la fama: «Recuerdo con verdadero dolor que mis tres hijos mayores tuvieran que irse a vivir a Estados Unidos tras el secuestro de su abuelo».
Dejando a un lado este capítulo amargo, el estatus que Isabel fue adquiriendo le permitió vivir una vida de ensueño, yendo a las mejores fiestas y codeándose con personalidades como el mismísimo Carlos de Inglaterra (73) y Camila (74).
«TODOS ERAN SEÑORES»
No en vano, gracias a sus matrimonios, Preysler entro a formar parte de círculos tan elitistas como la aristocracia y la política. «Siempre me he guiado por el corazón y no me ha ido mal», reconoce. Prueba de ello fue su relación con el por entonces ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, que hizo correr ríos de tinta, pero de la que Isabel no se arrepiente: «Estaba enamoradísima.
Estuve 30 años con él y sufrí muchísimo cuando enfermó. Ver a un hombre tan inteligente caer enfermo de esa forma fue muy duro». El padre de su hija Ana (33) fue su gran amor, aunque también guarda un gran recuerdo de sus otras parejas importantes: «Todos eran ‘señores’».
«Con Julio mantuvimos la cordialidad por nuestros tres hijos. Carlos se podía haber portado fatal conmigo y fue un señor de los pies a la cabeza». Además, estas relaciones le dejaron lo mejor que tiene en la vida: sus hijos, que han crecido siendo una pieza. «Se quieren como si fuesen hermanos, no hermanastros», cuenta orgullosa, y añade: «Mi prioridad es mi familia y la afición más importante que tengo, mis nietos».
Tras una vida llena de avatares, ahora disfruta de una etapa tranquila al lado de Mario Vargas Llosa (86), con el que comparte su pasión por la literatura, aunque entre ellos no falten las discusiones políticas. Bella y elegante como siempre, Isabel se resiste al paso del tiempo y reconoce que ahora «la agilidad con la que ganaba campeonatos de natación y velocidad», mientras que de la madurez «fuera de la experiencia y la sabiduría» no elogia «nada», afirma entre risas.
Periodista y comentarista en esto del ‘salseo’ y el mundo del corazón.
Paseando disfrazada de gata curiosa entres famosos y famosetes.
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