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Carlos III de Inglaterra: Del escándalo al trono

Durante las más de siete décadas que ha esperado para relevar a su madre, la vida del soberano ha estado plagada de polémicas, pero en los últimos años ha mejorado su imagen.

Carlos de Inglaterra (73) tenía solo 3 años cuando su madre fue coronada reina y, como legítimo heredero, desde entonces comenzó a prepararse para relevarla algún día en el trono. Sin embargo, ha tenido que pasar siete décadas para que llegase ese momento y, durante todo ese tiempo, la vida del eterno aspirante a monarca no ha sido un camino de rosas.

Su polémico matrimonio con Lady Di y su escandalosa infidelidad con Camila Parker-Bowles (75) le hicieron ganarse la antipatía de un pueblo que, hoy por hoy, sigue sin tener le entre sus favoritos. De hecho, no solo los duques de Cambridge le adelantan en popularidad, sino también miembros menos destacados de la familia, como su sobrina Zara Philips (41).

UNA NUEVA ERA

Sin embargo, desde su boda con Camila en 2005, la imagen pública de Carlos ha ido mejorando y los súbditos han pasado a verle como un hombre familiar y muy entregado a su función de heredero. Y es que siempre ha tenido muy clara su labor de servicio, algo que heredó de su madre, con la que era frecuente verle compartiendo risas y confidencias porque tenían una relación muy especial, a pesar de sus distintos caracteres. De hecho, todo indica que el reinado de Carlos III será distinto del de Isabel II, sobre todo, más austero.

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Los expertos apuntan a que podría recortar privilegios que la difunta reina había concedido a primos y otros allegados y que reducirá a los miembros considerados como familia real, en la que, aparte de Camila y él, los otros ‘pesos pesados’ serán Guillermo (40) y Kate (40), así como los tres hijos de estos.

Tras el fallecimiento de su abuela, además de duques de Cambridge, ahora lo son también de Cornualles, aunque el primogénito de Carlos no recibirá el título de príncipe de Gales hasta que su padre sea coronado rey. Algo que sucederá en unos meses, ya que de momento solo se ha celebrado la ceremonia de proclamación. Un acto solemne en el que, por primera vez desde 1952, un funcionario de la Orden de la Jarretera cambio la famosa frase: «Dios salve a la reina», por «God save the King», marcando el inicio de una nueva era.


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