Sus traumáticos inicios como princesa
Más sincera que nunca, la futura reina consorte recuerda lo mal que lo pasé por el escrutinio público durante su noviazgo con el príncipe Haakon. «Hay periodos de esa fase de mi vida en los que aún no puedo pensar sin que me entren ganas de vomitar», admite.
Han pasado veinte años desde que Mette-Marit (47) se comprometiera con el príncipe Haakon de Noruega (47) y desde entonces han cambiado enormemente las cosas. Y es que, si bien ahora la futura reina consorte del país escandinavo disfruta de una tranquila y feliz vida familiar junto con su marido y sus hijos, Marius (24) —hijo de su primer matrimonio—, la princesa Ingrid Alexandra (17) y el príncipe Sverre Magnus (15), y del favor del pueblo noruego, esto no siempre fue de esta manera. Así lo ha recordado ella misma en un programa de radio emitido por la cadena pública NRK, en el que, más sincera que nunca y sin pelos en la lengua, ha contado lo mal que lo paso durante su noviazgo y sus inicios como princesa.
La razón es la presión que sentía por el escrutinio público de la sociedad, que no la consideraba adecuada para ser la esposa del heredero al trono porque estaba divorciada, tenía un hijo y un pasado rebelde. Además, la princesa ha asegurado que todavía hoy, dos décadas después, es incapaz de ver imágenes suyas de aquella época y explicó:
Sentí mucha pena por mí misma. Hay periodos de esa fase de mi vida en los que aún no puedo pensar sin que me entren ganas de vomitar. Fue muy duro y difícil.
«VIVO MÁS TRANQUILA»
A pesar de todo, no cree que existiera maldad por parte de las personas que la juzgaron. «La gente simplemente deseaba tener algo de lo que hablar», opina. Por fortuna, la nuera del rey Harald (84) fue ganando confianza con el paso de los años. La princesa aseguró:
Después de ese periodo, me prometí a mí misma que nunca más me sentiría avergonzada. Ya no hay nada que me haga pensar que no soy lo bastante buena de una u otra manera.
En la actualidad, la única presión que siente a veces se debe a su fibrosis pulmonar crónica —diagnosticada en 2018—, enfermedad que la ha obligado a apartarse un poco del foco público. «Vivo un poco más tranquila y eso es bueno para mí», reconoce la futura reina consorte.
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