El pasado 9 de septiembre de 2024, la reina Matilde de Bélgica acudió a un evento solemne en la ciudad de Lieja para conmemorar el 80 aniversario de la liberación de la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial. La ceremonia se llevó a cabo en el Enclos des Fusillés, el cementerio nacional ubicado en la Ciudadela de Lieja, un lugar cargado de historia y emociones, donde se honra la memoria de los mártires y héroes que sacrificaron sus vidas en defensa de la libertad.
El contexto histórico de la liberación de Lieja
Lieja, una ciudad emblemática en la región valona de Bélgica, fue liberada en septiembre de 1944 por las fuerzas aliadas, en particular por el Segundo Ejército británico. Esta liberación marcó un punto clave en la lucha contra la ocupación nazi en Europa, y su conmemoración se celebra con profundo respeto cada año. Durante la ocupación alemana, la ciudad sufrió bajo el control de las fuerzas de la Wehrmacht y las temibles Waffen-SS, responsables de innumerables atrocidades en su intento de sofocar la resistencia belga.
La ciudadela de Lieja, que hoy alberga el cementerio, fue uno de los lugares más significativos durante este oscuro periodo de la historia. Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, la ciudadela se convirtió en un centro de detención y ejecución, donde cientos de patriotas y miembros de la resistencia belga fueron encarcelados y ejecutados por las fuerzas ocupantes. Es en este mismo lugar donde, en 1946, se erigió un monumento en homenaje a los que perdieron la vida en defensa de su país.
El Campo de Honor de los Ejecutados: un lugar de memoria
El Enclos des Fusillés o Campo de Honor de los Ejecutados, donde tuvo lugar la ceremonia, es un espacio profundamente simbólico para Bélgica y su historia. Este cementerio contiene 419 tumbas de personas que fueron ejecutadas por las fuerzas alemanas durante la ocupación de la Segunda Guerra Mundial. Muchos de ellos eran miembros de la resistencia, que lucharon valientemente por la liberación de su país, a menudo sacrificando sus vidas en nombre de la libertad y la justicia.
Entre estas tumbas se encuentra la del capellán Mathieu Voncken, conocido como el señor canónigo de la ciudadela de Lieja. Voncken es recordado por su apoyo a los prisioneros durante su tiempo de encarcelamiento en la ciudadela, brindándoles consuelo espiritual y actuando como una fuente de fortaleza en los momentos más oscuros. Su tumba, junto con las de tantos otros, simboliza el valor y la dignidad de aquellos que se negaron a ceder ante el terror nazi.
La ceremonia conmemorativa
Durante la ceremonia, la reina Matilde, conocida por su compromiso con la memoria histórica y su sensibilidad ante las tragedias del pasado, depositó una corona de flores en el monumento en honor a los caídos. Su presencia en este acto no solo refuerza la importancia de recordar los sacrificios hechos durante la guerra, sino que también subraya el papel de la monarquía belga como un símbolo de unidad y continuidad en tiempos de adversidad.
El evento reunió a representantes de varias instituciones nacionales e internacionales, veteranos de guerra, familiares de los fallecidos, y ciudadanos que querían rendir homenaje a quienes entregaron su vida por la libertad de Bélgica. Durante la ceremonia, se pronunciaron discursos solemnes que recordaron la brutalidad de la ocupación nazi y la valentía de aquellos que lucharon contra ella. Además, se realizaron lecturas de pasajes históricos, y se observó un minuto de silencio en señal de respeto por los mártires y héroes.
La reina Matilde, siempre cercana a su pueblo, interactuó con los asistentes, mostrando su apoyo a las familias que aún conservan el dolor de haber perdido a sus seres queridos en las guerras. La reina ha sido una defensora del mantenimiento de la memoria histórica, y a lo largo de su reinado ha asistido a numerosas ceremonias que conmemoran momentos clave en la historia de Bélgica.
La importancia del recuerdo y la memoria histórica
El 80 aniversario de la liberación de Lieja es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de no olvidar las lecciones del pasado. La Segunda Guerra Mundial dejó cicatrices profundas en Bélgica, un país que fue invadido y ocupado por el ejército nazi en dos ocasiones durante el siglo XX. Las experiencias vividas durante la ocupación, la brutal represión de la resistencia y la colaboración de algunos sectores con las fuerzas alemanas marcaron profundamente la memoria colectiva del pueblo belga.
La historia de Lieja, y en particular la de su ciudadela, es un testimonio de los horrores de la guerra y de la valentía de aquellos que lucharon por liberar a su país. Los 419 mártires que descansan en el Enclos des Fusillés son un recordatorio constante de que la libertad y la paz no deben darse por sentadas, y que es esencial honrar a aquellos que pagaron el precio más alto por proteger esos valores.
La Ciudadela de Lieja, hoy un sitio de memoria, sigue siendo un lugar de peregrinaje para aquellos que desean rendir homenaje a los caídos. Su historia, marcada por el sufrimiento, pero también por la esperanza y la resistencia, simboliza la lucha de toda una nación por su libertad. Cada tumba, cada nombre inscrito en el monumento, representa una historia individual de coraje frente a la opresión.
El legado de la resistencia belga
La resistencia belga desempeñó un papel crucial durante la ocupación nazi, organizando actos de sabotaje, pasando información a los aliados y ayudando a los judíos y a otros grupos perseguidos a escapar de las garras del régimen nazi. Aunque sus esfuerzos fueron a menudo peligrosos y llevados a cabo en circunstancias extremadamente difíciles, su impacto en la liberación de Bélgica fue incalculable.
Lieja fue una ciudad donde la resistencia estuvo particularmente activa. Muchos de sus ciudadanos se unieron a los movimientos clandestinos, enfrentando una brutal represión por parte de las fuerzas alemanas. La ciudadela, utilizada como prisión y lugar de ejecución, se convirtió en un símbolo del sufrimiento de los patriotas y de la determinación de los resistentes. Tras la guerra, la importancia de este sitio fue reconocida oficialmente con la creación del Campo de Honor de los Ejecutados.
La reina Matilde: defensora de la memoria histórica
La reina Matilde, al igual que su esposo, el rey Felipe, ha demostrado un firme compromiso con la preservación de la memoria histórica de Bélgica. La monarquía belga, históricamente asociada con la resistencia a la ocupación, ha desempeñado un papel fundamental en la unificación del país durante los periodos de conflicto y reconstrucción. La asistencia de la reina a ceremonias como esta es una muestra de la importancia de recordar, no solo a las víctimas de la guerra, sino también las lecciones aprendidas en tiempos de conflicto.
de Carolina Herrera
Matilde de Bélgica ha participado activamente en eventos conmemorativos desde el inicio de su reinado, resaltando la importancia de la paz y la reconciliación. Su presencia en actos como el de Lieja refuerza la necesidad de mantener viva la memoria de aquellos que lucharon y murieron por la libertad, y su compromiso con la transmisión de estos valores a las generaciones futuras.
Melissa Reginald es una experta en Casas Reales, y a la que muchos consideran como la Jaime Peñafiel en la sombra. Poco amiga de los medios audiovisuales porque siempre ha sido muy celosa de su intimidad. Sabe mucho. Habla lo justo.
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