«No hay divorcio», ha asegurado la portavoz de la familia real ante las cada vez más insistentes habladurías sobre la heredera y su marido, cuyo estado de salud ha sido últimamente objeto de un sinfín de comentarios.
Desde que se dieran el ‘sí, quiero’ hace casi 12 años en una boda de cuento de hadas y no exenta de obstáculos, Victoria de Suecia (44) y el príncipe Daniel (48) se han consolidado como una de las parejas más estables de la monarquía europea.
Sin embargo, en las últimas semanas los medios suecos parecen insistir en querer distanciar al matrimonio, algo que ha obligado a la Casa Real a desmentir por primera vez una supuesta crisis entre ellos. «Podemos negar claramente la información de que la pareja heredera se está divorciando.
No hay divorcio», explicaba la jefa de prensa de los Bernadette, harta de las insinuaciones publicadas en el portal ‘Stoppa Pressarna’, donde aseguraban que la heredera está al límite. Unas afirmaciones basadas en un testimonio que relata un «terrible» episodio protagonizado por el exentrenador estas Navidades y que hizo a la princesa pensar en acabar con su matrimonio.
Lo llamativo es que su padre, el rey Carlos Gustavo (75), estaría de acuerdo con su hija porque «no es muy fan» de su yerno.
UN MISTERIOSO ANILLO
La historia de amor entre Victoria y Daniel no ha sido un camino de rosas. A la oposición inicial del monarca hay que sumar el misterio sobre el estado de salud del príncipe consorte, quien en 2009, poco antes de su boda, fue sometido a un trasplante de riñón. Y, aunque desde entonces apenas se han dado datos de la enfermedad congénita que padece, últimamente se ha mostrado algo más delgado y demacrado.
Pero lo que ha acabado de hacer saltar todas las alarmas ha sido el misterioso anillo tecnológico que ha lucido en su dedo anular en su último acto oficial. Un ‘gadget’ valorado en 300 euros y que es capaz de monitorizar la salud de quien lo porta y avisarle si su vida está en peligro.
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