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Meghan Markle: De princesa a villana

Aunque su llegada a la familia real parecía el chorro de aire fresco que la institución necesitaba, con sus polémicas y desplantes, la esposa de Harry de Inglaterra ha acabado convirtiéndose en la piedra del zapato de la monarquía británica.

El verano de 2016 es uno de los que difícilmente olvidara Meghan Markle (41). Fue en aquel verano de hace ya seis años cuando, en el culmen de su carrera como actriz, un amigo común le presentó al príncipe Harry (37), el ‘enfant terrible’ de los Windsor, aunque en aquel momento ella apenas sabia nada del nieto de la reina Isabel II (96). «Lo único que le preguntó a mi amigo fue ‘¿es amable?’, porque, si no, no iba a pasar nada», comento años después.

Pero al final pasó y el flechazo fue casi instantáneo. La boda tuvo lugar el 19 de mayo de 2018 y en Reino Unido se desató la Meghanmanía. Todos, incluidos los Windsor, se rindieron a los encantos de esta celebridad con orígenes afroestadounidenses, que representaba la apertura que muchos creían que la corona necesitaba tras años, con la popularidad por los suelos y la sombra de Diana acechando.

Poco duró esa ‘luna de miel’ entre la princesa de cuento americana y la ciudadanía británica. Algo que molestó y mucho a los ingleses es que se gastara cerca de medio millón de dólares para celebrar la ‘babyshower’ de su primer hijo, Archie (2). A eso hay que sumar las costosas obras de reforma que llevaron a cabo en su residencia de Frogmore Cottage, en la que invirtieron casi tres millones de euros.

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Pero lo peor aún estaba por llegar. El nacimiento de su primogénito, el 6 de mayo de 2019, fue lo que marco un antes y un después. El excesivo celo con el que la pareja quiso proteger al pequeño molestó mucho a los medios británicos. Tampoco Meghan y Harry estaban contentos con los roles asignados, que consideraban inferiores a los de los duques de Cambridge.

En enero de 2020 y tras meses de rumores, se produjo el conocido como ‘Megxit’, el término que se acunó para bautizar su salida de la familia real, algo que, según los tabloides, estuvo instigado por la propia Meghan.

ATAQUES A KATE

Un año después, y tras instalarse en Estados Unidos, se gestó lo que muchos consideran su venganza personal a través de la polémica entrevista con Oprah Winfrey (68). En ella, Markle no dejó títere con cabeza y, además de acusar a la familia de racistas por sus comentarios sobre el color de piel de Archie, se atrevió a atacar a uno de los miembros más queridos del clan: Kate Middleton (40).

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De ella dijo que la hizo llorar en su boda y no al revés: «Luego se disculpó, me trajo flores y se responsabilizó de ello». Y, aunque muchos pensaron que la ‘vendetta’ cesaría, a miles de kilómetros Meghan sigue siendo la piedra más incómoda en el zapato de la familia real.

En agosto de 2021 fue acusada de usar su título de duquesa de Sussex para conseguir que el plan de gasto social de Joe Biden (79) saliera adelante. Tampoco acudió al funeral por el duque de Edimburgo y ha esperado casi un año para que la abuela de su marido conozca a la pequeña Lilibeth (1).

Gestos que solo han logrado alejarla aún más del pueblo británico.


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