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Lomana y Agatha: Continua la guerra

La diseñadora y la «Socialité» protagonizan un duro cruce de acusaciones que evidencia que su relación pasa por su peor momento.

Carmen Lomana (74) y Agatha Ruiz de la Prada (62) son dos de los rostros más conocidos de la prensa del corazón, pero no mantienen una buena relación precisamente. De hecho, mantienen una declarada enemistad desde hace años y no dudan en intercambiarse dardos envenenados cada vez que se presenta la ocasión. Y en los últimos días la tensión entre ellas ha crecido y mucho.

La disputa comenzó a raíz de la canción que Shakira (46) le dedicó a Gerard Piqué (36). Al respecto, Carmen, sin pelos en la lengua, aseguró Una persona a la que todos conocemos mucho y de la que no voy a decir el nombre lleva tres años poniendo a caldo y llamando ‘el innombrable’, ‘el hortera’ al que es el padre de sus hijos, su marido, que la ha ayudado muchísimo. Empieza ‘por ‘a’ y termina por ‘a‘.

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La exmujer de Pedro J. Ramírez (70) le respondió afirmando: Hay alguna gente muy sinvergüenza que se apunta al grupo de Shakira cuando luego son las tías cuyas amigas son lo peor. Unas palabras a las que la leonesa no dudó en replicar asegurando que Agatha dice muchas idioteces y que solo le gusta hacer portadas.

Como era de esperar, la original modista no se quedó callada y afirmó que esas eran las portadas que a su ‘contrincante’ le gustaría protagonizar, dando la puntilla al decir: «Yo me dedico a trabajar, ¿qué hace ella?». La pulla no cayó en saco roto y la respuesta no se hizo esperar: Nunca he tenido afición por las portadas porque nunca he dado ningún escándalo, ni me caso, ni me divorcio, ni cuento mi vida.

Ella sabe que trabajo muchísimo y, cuando empecé en Televisión, siempre me preguntaba. Lo que pasa es que yo hablo y digo lo que pienso, aseguró. Lo que está claro es que este no será el último enfrentamiento entre ambas, puesto que su animadversión se inició hace tiempo con una incómoda declaración de la diseñadora: Cuando yo empecé, en 1981, ella tenía una tienda en San Sebastián y me compraba trajes. Lo que no he dicho nunca es que le costaba bastante pagar.


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