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Logomanía: El nombre lo es todo

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La logomanía no se ha ido nunca ni está en declive. Es más, cada vez son más las marcas de lujo que apuestan por mostrar sus logos a través de sus artículos, ya sea en moda con la camiseta como la prenda preferida para estampar el nombre del lujo o en los pequeños accesorios, como cinturones o gafas de sol, mucho más accesibles al gran consumo que los bolsos o el calzado. Los logos crecen junto a su público, se renuevan para llamar la atención de las nuevas generaciones y adquieren nuevos significados.

Esta tendencia de exhibicionismo marquista tuvo su época dorada en los años 80 y 90, cuando mostrar el nombre de una marca se alineaba con un determinado estatus social que exponía el poder económico de su comprador. A principios del siglo XXI, en la etapa del lujo silencioso, exponer los logos de forma llamativa se consideró incluso vulgar. Y, actualmente, las nuevas generaciones de consumidores, que empiezan a tener un peso destacado en el mercado del lujo, ven los logos con otros ojos: implican una vinculación estética y emocional con la firma. Ahora, lo ostentoso resulta cool. En paralelo a este cambio de perspectiva, las firmas también han apostado por potenciar los monogramas para los consumidores, que prefieren mostrar la identidad de forma más discreta. En cualquier caso, mirar las etiquetas para identificar una marca ya ha pasado a la historia.

Visto en campaña… Chanel

#ChanelbytheSea reinventa los códigos estéticos de la maison con prendas juveniles inspiradas en los años 90 que incorporan líneas gráficas, siluetas oversize, presencia de tweed y denim, y guiños al logo en accesorios y joyería.

Inspiración Balenciaga

No es la colección más excesiva para lo que es la firma desde la óptica del diseñador georgiano, Demna Gvasalia. Más allá del color, la propuesta veraniega se articula a través de prendas más ponibles, una sastrería bien hecha y prints contenidos. Con todo, salta a la vista el último look el desfile, que apela al nombre de la marca a través de un original estampado de tipografías.

¿Cuestión de identidad?

En los dos últimos años, las grandes firmas de moda han rediseñado sus logos para adaptarse a las nuevas tendencias del diseño, a las nuevas estrategias comerciales o, simplemente, a un lavado de cara que atraiga a nuevos públicos por miedo a quedar-se anticuados. Así, Burberry renunció a su icónico jinete, Céline eliminó su acento, Yves Saint Laurent acortó su nombre… y otras marcas como Loewe, Calvin Klein o Balenciaga renovaron su tipografía. ¡Hasta Zara ha sucumbido a reescribir su icónico nombre! Es curioso que todas estas marcas, a excepción del gigante de Inditex, hayan elegido un diseño similar: depurado, minimalista y armonioso. En definitiva, unos logos tan parecidos los unos a los otros que nos recuerdan inevitablemente a la uniformidad que vive la propia industria de la moda. Y aquí me pregunto: si el logo es un reflejo de la evolución histórica, de los valores y de la identidad de la marca, analizando estos hechos, el lujo también está perdiendo carácter. Corren malos tiempos para la autenticidad…

La Razón


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