5 de mayo de 2025. Nos prometieron fuegos artificiales, y lo que llegó fue más bien una mascletà mojada, literal y figuradamente.
TVE estrenaba su gran apuesta de entretenimiento, ese reality-show-show-desfile-fiesta llamado La Familia de la Tele, con todo el bombo, platillo y el presupuesto de una televisión pública que, al parecer, cree que el dinero llueve del cielo (como llovía en Pozuelo, pero con menos espectáculo).
Desde las 16:10 hasta las 21:00, lo que se vivió fue un experimento de laboratorio sin laboratorio. O mejor: un “sujétame el cubata” de manual. La idea era clara: que 8 rostros conocidos —Patiño, Esteban, Sandoval, Chelo, Kiko Matamoros, Lidia Lozano, Aitor Albizua e Inés Hernán— llegaran de Torre España a Prado del Rey haciendo autoestop. Concepto Pekín Express cutre edition. ¿El resultado? Un caos técnico, guion inexistente, planos mareantes, sonido saturado, y un regusto a trabajo de fin de grado mal montado en Adobe Premiere.
¿El primer impacto visual? Ocho personas frente a una pantalla y el espectador deseando que alguien le explique qué demonios está viendo. De ahí en adelante, una sucesión de errores tan flagrantes que ni la televisión local de Lepe lo habría emitido sin sonrojo.
Momentazos, que no faltaron, pero faltaban nervios para verlos:
- Rocío Carrasco aparece desde las sombras… o mejor dicho, desde dentro de un cabezudo. ¡Plot twist! Casi se nos atraganta el gazpacho.
- Encuentro de alto voltaje entre Marta Riesco y Rocío Carrasco. Diez segundos de tensión y pasivo-agresividad que harían temblar a los guionistas de Succession. Spoiler: Rocío tiene más ganas de coincidir con Riesco que de volver a leer un auto judicial.
- Isa Pantoja, embarazadísima (34 semanas, 8 meses y contando), subida a una carroza. La gran exclusiva, dicen, viene mañana. ¿Tal vez la exclusiva es que está a punto de parir en prime time?
- Lidia Lozano tomándose la tensión en directo, para que el médico de Telecinco no se sintiera excluido. Faltó una prueba de glucosa y teníamos una consulta médica completa.
- Inés Hernán, la reina de la frase fácil y el comentario provocador, dice: “Somos españoles y también nos gusta hacer el mamarracho”. Ya, Inés, pero con tu dinero, no con el de todos. Porque una cosa es ir de “graciosita” y otra confundir irreverencia con vulgaridad.
Conclusión provisional:
El programa fue un despropósito de principio a fin. Desde una realización improvisada hasta unas carrozas tristes como desfile de colegio en pandemia. Eso sí, la tensión, el salseo y la hipocresía entre colaboradores estuvo al nivel habitual del universo telebasura que tanto gusta… aunque esta vez con el logo de TVE de fondo. La gran diferencia: ahora no están en el pisito alquilado con luces de Aliexpress, están en la Casa Grande, con dinero público y toda la responsabilidad que eso conlleva.
Mañana tocará revisar audiencias y ver si esta “familia” realmente conecta o se pega el batacazo del siglo. De momento, el primer examen técnico y televisivo ha sido un suspenso sin paliativos. ¿Lo mejor? Que esto solo puede ir a mejor… o eso esperamos, por el bien de todos los contribuyentes.
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