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Isabel Preysler le para los pies a su hija

«No le hace falta casarse», ha reconocido para sorpresa de todos la ‘reina de corazones sobre los insistentes rumores de boda de la joven aristócrata.

Es poco dada a dejarse ver en fiestas y eventos y, mucho menos, a hablar con los medios, por eso cada palabra de Isabel Preysler (70) es analizada al detalle.

Eso es lo que ha sucedido, precisamente, en su última aparición pública con motivo de unos premios anuales.

Allí, y acompañada de su inseparable pareja, el escritor Mario Vargas Llosa (85), no ha dudado en parar los pies públicamente a su hija Tamara (40) tras confesar esta sus planes para una posible boda con Íñigo Onieva (32).

«A Tamara no le hace falta casarse», aseguré para sorpresa de los presentes, ante los que no dudé en reconocer que “está muy bien como está».

Mucho más prudente se mostró el Nobel, que también tiene gran aprecio a la actual marquesa de Grinon, afirmando que los rumores de boda eran todo «un misterio», pese a que solo hace unos días la joven hablaba en ‘El hormiguero’ con un brillo especial en su mirada de este importante paso que podría dar en breve con el diseñador de coches.

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«A una boda va la gente que más quieres y con los que te lo pasas fenomenal. Será una gran boda», expresé sincera y tan natural como siempre.

DUDAS DE MADRE

Pero, a pesar de que la relación de la ganadora de ‘MasterChef Celebrity 4’ esta cada vez más asentada, lo cierto es que esta no es la primera vez que la filipina admite sin tapujos que prefiere que Tamara se quede como esté.

«En este tema soy muy egoísta. Me encanta que siga soltera y que siga en casa», reconocía poco antes de que saliera a la luz el romance de su hija y el atractivo ingeniero.

Cuando los rumores de infidelidad del joven comenzaron a ser la comidilla de las tertulias, también se comentó que Isabel no veía con buenos ojos la relación, ya que no creía que el chico fuera el más adecuado.

«No le gusta, sabe que su hija no será feliz con él», aventuré el pasado mayo Carmen Lomana (73). Y, aunque con su discreción habitual, Isabel no ha llegado a opinar públicamente sobre él, la realidad es que esta cada vez más integrado en la familia, un gesto que quizá prueba que Preysler se va convenciendo de que lo suyo es amor de verdad.


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