A diferencia de otras famosas que han caído en el olvido con el paso del tiempo, Preysler sigue despertando el mismo interés y fascinación de siempre gracias a una mezcla perfecta de simpatía, elegancia, belleza y un toque de misterio.
Isabel Preysler acaba de cumplir 70 años, una cifra redonda y, para muchos, demasiado pesada. Sin embargo, a la filipina el paso del tiempo no debe de preocuparle en absoluto, ya que este no consigue hacer mella ni en su aspecto ni en su popularidad, Y es que, si su belleza oriental se mantiene prácticamente intacta, el interés que despierta como personaje público no ha hecho más que crecer con el paso de los años y medio siglo después de saltar a la fama y de convertirse en la indiscutible ‘reina de corazones’ por sus revuelos sentimentales sigue ostentando ese título por derecho propio.
De hecho, a diferencia de otras famosas con las que en su momento se disputaba las portadas de las revistas como Norma Duval (64), Bárbara Rey (71) o su íntima amiga Carmen Martinez-Bordiú (70), que ahora han quedado relegadas a un segundo plano de la actualidad, Isabel nunca pasa de moda. Algo que queda patente en cada una de sus apariciones públicas en las que, con o sin pretenderlo, acapara toda la atención. Es más, ni siquiera el hecho de haber reducido notablemente su asistencia a actos debido a la pandemia y de vivir prácticamente alejada de los ‘flashes’ y los focos ha mermado ni un ápice su popularidad y en los pocos eventos a los que ha acudido en los últimos meses ha vuelto a ser la protagonista. Pero, ¿cuál es su secreto para seguir despertando ese interés y fascinación 50 años después de convertirse en un personaje indispensable del papel couché?
El SECRETO DE SU ÉXITO
La respuesta a esta pregunta no es otra que una mezcla perfecta de simpatía, elegancia, belleza, inteligencia, saber estar: y, por supuesto, un toque de misterio que la han convertido en una especie de mito. Cualidades innatas en ella que hacen que todo aquel que la conoce se quede fascinado y la describa como «maravillosa» o «perfecta». Esa capacidad para atraer todas las miradas fue la que la ayudó a conquistar al propio Julio Iglesias (77), que recuerda así su primer encuentro con Preysler: «Fue amor a primera vista. Era una mujer bellísima, oriental, la miraba todo el mundo».
Y eso no ha cambiado con los años como atestigua el periodista peruano Santiago Roncagliolo (45), quien, tras conocerla, dijo:
Tras 40 años manejando su imagen social con la precisión de una artesanía china, la gente no la saluda a ella, sino a sus propios sueños, La mayoría de las personas, al tratar de ser elegantes, solo conseguimos ser imitaciones de otras. Isabel consigue ser ella misma. Y eso es la verdadera elegancia.
Una habilidad a la que la madre de Tamara Falcó (39) ha sabido sacar partido convirtiéndose en imagen de prestigiosas marcas, sacando su propia línea de cremas o siendo la anfitriona o la invitada perfecta de exclusivas fiestas en las que se ha codeado con lo más granado de la sociedad como el mismísimo Carlos de Inglaterra (72), al que logró fascinar y eclipsar con su luminosa presencia. Algo que ha ocurrido con todos los hombres que han pasado por su vida, ya que no hay cantante de fama mundial, ministro, marqués o premio Nobel que sea capaz de escapar de la atracción que Isabel genera. Por eso, aunque ahora firme con modestia que a los 70 ya no le quedan armas de seducción, está claro que su especial magnetismo perdurará para siempre.
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