Qué mona eres, con tu traviesa carilla de elfo y esos hoyuelos que se te marcan al reír. ¿Y cuando le quitas la cera a tu marido de los oídos y le das masaje? ¡Me anego de ternura!
Sí, pero…
¿Qué estoy diciendo? ¿Es que me he vuelto loca? Irene, por favor, ¿no te das cuenta de que ese tipo de comportamiento nos está haciendo polvo a todas las mujeres? ¡Nuestras parejas pueden sentirse agraviadas si no las abordamos bastoncillo en ristre y no las adoramos como seres sobrenaturales! ¡Bastante nos ha costado que bajen la basura y no pisen lo fregado para ahora restregarles estos modelos de sumisión por los morros! Aprende de Sofía Suescun, que a base de garrotazos tiene a su Alejandro en el bote. En mi juventud a esto se le llamaba “hacerse la dura” y veo que sigue funcionado. Prueba, verás, además es divertido.
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