La viuda del marqués de Griñón habla por primera vez de su inesperada ruptura con el juez Pedraz. «Él tenía la decisión tomada, no entiendo por qué siguió viajando conmigo», afirma.
Hay líneas rojas que no se pueden traspasar y por eso me planté y rompí». Estas fueron las críticas y duras palabras con las que el pasado septiembre Santiago Pedraz (64) daba su versión sobre la inesperada y polémica ruptura con Esther Doña (44) horas después de que la pareja apareciera en una revista anunciando una boda que nunca se produjo. Ahora, casi tres meses después y con su imagen en entredicho por estas acusaciones, ha sido la viuda del marqués de Griñón la que ha querido romper su silencio con un relato que, además de distar mucho del que contó el magistrado, tampoco le deja en buen lugar.

«Esa persona me ha decepcionado», ha confesado en ‘Y ahora Sonsoles‘, donde también ha explicado por qué, pese a que su ex llegó a decir que «no era la mujer que pensaba», ha preferido guardar silencio. «Necesitaba que pasara un poco de tiempo porque igual no se me iba a creer, todos se iban a poner de parte de Santiago porque es juez», se ha defendido.
UNA FRASE AMBIGUA
En la entrevista, que muchos definen como una venganza en toda regla, la ex modelo va más allá y asegura que la ruptura no fue, como se dijo entonces, por una riña en Ibiza en la que la empresaria habría utilizado «expresiones e insinuaciones» que no gustaron nada a Pedraz.
«Él tenía la decisión tomada, no entiendo por qué siguió viajando conmigo y se prestó a hacer esas fotografías», expuso la malagueña, dando un giro a la versión que se había considerado como buena.

Respecto a las declaraciones de su ex en un periódico nada más conocerse la ruptura, Esther asegura que «lo de las líneas rojas es una frase muy ambigua, que engloba muchas cosas» con las cuales, asegura, no se siente «identificada». Dos versiones muy divergentes sobre una ruptura que hoy por hoy sigue dejando más dudas que respuestas.

Comentarista de todo esto de la prensa del corazón, llamémosle prensa rosa. Adicta al famoseo habitual de los programas de telerrealidad.
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