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El Grand Prix arrasa en audiencias

¡Vaya, vaya! Parece que RTVE por fin ha descubierto la fórmula mágica para mantenernos enganchados: ¡la nostalgia! ¿Quién lo diría? Después de 18 años en el olvido, El Grand Prix del Verano vuelve con todo su esplendor, y vaya si ha revolucionado las redes.

Anoche, mientras mis retoños se preguntaban qué demonios estaban viendo en la tele, mi marido y yo no pudimos evitar soltar una sonrisilla melancólica y revivir aquellos veranos en la casa del pueblo, todos sentados frente a la caja tonta para ver a esos valientes de azul y amarillo enfrentarse a las pruebas más absurdas y disparatadas.

¿Os acordáis de la vaquilla María Fernanda, la corredora, la remera y la andadora? ¡Menuda sensación causaba! Pero mis peques, incrédulos, me decían que eso era un cuento chino y que «¿cómo va a haber una vaquilla en la tele, mamá?». ¡Ay, qué tiempos aquellos!

El Grand Prix del Verano ha vuelto a lo grande, con dos pueblos enfrascados en la batalla, troncos locos, patata caliente, el famoso perrito piloto y hasta nuevos juegos para darle un toque fresco. Y, por supuesto, no podía faltar el inigualable Ramón García, el maestro de ceremonias, y el padrino de lujo, Lolita, que nos regaló momentos delirantes.

Lo que más me ha encantado de todo esto es que RTVE finalmente ha entendido que la nostalgia vende como churros. ¡Si es que no hay nada como recordar viejas glorias! Y aunque algunos agoreros pensaban que la gente ya no quería mirar hacia el pasado, ¡ja! ¡Error garrafal! Solo hace falta darse una vuelta por las redes sociales para ver que todos estábamos deseando este regreso tan esperado.

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Ramón García y Carlo Boserman, los dos cerebros detrás de esta genial idea, llevaban años batallando para traer de vuelta este show. Les decían que no era el momento, que los tiempos habían cambiado y que la nostalgia no era rentable. ¡Pues se equivocaron de lleno!

La nostalgia es el arma secreta, y RTVE por fin se ha dado cuenta. ¡Y menos mal! Porque con la falta de ideas que hay en la tele, tirar de recuerdos es lo más fresco que pueden hacer. Pero eso sí, hay que hacerlo bien, no valen chapuzas. Y vaya si lo han hecho bien esta vez.

Dicen que «unir el ayer con el hoy sin perder la esencia» era el reto, y con el nuevo Grand Prix del Verano lo han conseguido. No han borrado nuestra añoranza, al contrario, nos han hecho viajar en el tiempo durante más de dos horas. ¡Qué experiencia, amigos!

Así que ya sabéis, queridos espectadores, la nostalgia vende, y vende mucho. Mientras seguimos soñando con lo que fue y canturreando las canciones de antaño, RTVE nos ha dado en el clavo. Porque, como dijo Gabriel García Márquez, «la vida es sueño y los sueños, sueños son». Y yo añado, con un toque cínico, que los sueños de la tele son los que nos mantienen pegados al sofá, soñando despiertos y regresando al pasado. ¡Gracias, Grand Prix del Verano, por hacer que nuestros pelos se ericen de emoción!

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