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El duro adiós a Jaime Ostos

Su viuda, Maria Ángeles Grajal, llego devastada al aeropuerto, donde estuvo arropada por su hijo, Jacobo, y los hermanos de este. «Siempre me decía: ‘No quiero que la muerte me coja en la cama y no le cogió», recordó con dolor.

El torero falleció en Colombia

El 8 de enero, la muerte sorprendía a Jaime Ostos mientras dormía. Tenía 90 años y estaba en Colombia de vacaciones con su mujer, Maria Ángeles Grajal (67), quien tuvo que afrontar la vuelta a España más dura que jamás pudo imaginar.

La doctora regresaba con las cenizas de su esposo y en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid era recibida por todos los hijos del torero. Deshecha en lágrimas, se abrazaba a su hijo, Jacobo, que todavía no podía creerse la muerte de su padre. También le esperaban Jaime y Gabriela, hijos de Jaime y Consuelo Alcalá, y Gisela, hija del diestro y Aurora Díaz.

SU ÚLTIMO PASEILLO

El 20 de enero, Jaime será despedido en un funeral en la iglesia de Santa Bárbara en Madrid y después sus cenizas se llevarán a la Maestranza de Sevilla, donde tantas veces salió por la puerta grande, para que de este modo pueda dar su último paseíllo por el ruedo.

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Maria Ángeles esté devastada por la muerte del diestro, que gozaba de una salud razonable para su edad y de una energía inagotable. No en vano el día antes de morir estuvo bailando con su mujer y disfrutando de la vida, como le gustaba. «Siempre me decía: ‘No quiero que la muerte me coja en la cama’. Y no le cogió», decía conmocionada su viuda, que quiso destacar que su marido era un hombre «noble», “generoso», «entregado» con sus amigos y con una gran «fuerza y vehemencia».


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