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Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarín preparan su divorcio

La infanta se estaría planteando separarse legalmente de Iñaki Urdangarin y poner punto final al infierno que esté viviendo. Casados en separación de bienes, los términos de este proceso se pactaron antes de pasar por el altar.

Desde que el pasado 24 de enero la infanta Cristina (56) e Iñaki Urdangarin (56) hicieron público el comunicado en el que anunciaban su decisión de «interrumpir su relación matrimonial de común acuerdo», son muchos los que se preguntan cuanto tardaran en dar el siguiente paso lógico y normal en estos casos, que no es otro más que el divorcio.

Y más así si cabe en su situación, ya que el perdón al ex duque tras su relación extramatrimonial pública y a la vista de todos sería algo impensable. La humillación a la que ha sometido a la hermana de Felipe VI (54) no tiene precedentes en la monarquía española y Cristina tiene que asumir no solo la deslealtad de su marido, algo que la ha dejado totalmente destrozada, sino que todo el mundo lo sepa, comente, especule y haya puesto nombre a la mujer que se paseaba con su marido de la mano por una playa de la costa vasca francesa.

Por eso, y aunque algunas voces intenten sostener que están inmersos en un tiempo de reflexión, como afirma Mario Pascual Vives abogado de Urdangarin, todo apunta a que acabaran transformando esa interrupción matrimonial en algo definitivo, rubricándolo en un divorcio legal, como ya hicieran la infanta Elena (58) y Jaime de Marichalar (58) dos años después de lo que entonces se llamó un «cese temporal de la convivencia».

En aquel momento, no trascendieron los términos del acuerdo al que había llegado la hija mayor de don Juan Carlos (84) por proteger a sus hijos», que entonces eran menores de edad, según informaron los abogados, y probablemente tampoco lo harán ahora en el caso de Cristina.

La gran diferencia es que en el comunicado que emitieron los letrados en el divorcio de Elena hacían una mención expresa» a Jaime en estos términos: «el afecto y consideración que por don Jaime siente la familia de Su Alteza la Infanta, como ha sido así a lo largo de estos dos últimos 5 años».

Un afecto que es de entender no siente la familia real hacia Iñaki Urdangarin. En este sentido, doña Sofía no pudo evitar que las lágrimas corrieran por su rostro al ver las imágenes de su yerno con otra mujer y don Juan Carlos reaccionó muy enfadado e indignado ante la humillación por su hija.

Precisamente, el emérito ha sido la primera persona en la que se ha refugiado Cristina, que viajó a Abu Dabi para hablar con su padre y tratar los acuerdos de su posible y más que previsible divorcio.

ECONOMÍA BOYANTE

Según afirma la periodista Pilar Eyre (70), en este encuentro no hubo espacio para los reproches, pese a que el emérito siempre le aconsejo que se divorciara a raíz de estallar el escándalo del caso Nos, y, tras fundirse en un largo abrazo, hablaron largo y tendido sobre el futuro de la infanta y sobre todo de sus cuatro hijos, Juan Valentín (22), Pablo (21), Miguel (19) e Irene (16), que son una de las grandes preocupaciones de su abuelo.

También hubo tiempo para conversar sobre algo más mundano, pero fundamental en estos casos: el aspecto económico. Aunque es algo de lo que la infanta no tiene que preocuparse, ya que desde que Iñaki cayó en desgracia es ella la que sostiene económicamente a su familia gracias a los sueldos que recibe de sus dos trabajos.

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El primero como coordinadora de la Fundación La Caixa con agencias de la ONU y por el que, según informaciones de La Sexta, podría ganar 238.000 euros anuales. Una cifra que aumentaría gracias a sus ingresos por su segundo empleo, en esta ocasión en la Fundación Aga Khan (AKF), en el que podría ganar 400.000 euros al año.

Además, tras la renuncia de su hermano de la herencia que pudiera recibir del emérito tras su fallecimiento, ella y Elena serian las únicas herederas de la fortuna de don Juan Carlos. Una situación económica más que boyante y muy diferente a la de Iñaki Urdangarin, que está arruinado, no tiene propiedades a su nombre, vive con su madre y recibe un sueldo mileurista en el bufete de abogados vitoriano donde trabaja.

«A ese, ni un duro», asegura Pilar Eyre que son las palabras que le dedica el emérito a su todavía yerno, del que no quiere oír hablar.

DE MUTUO ACUERDO

Evidentemente, los matrimonios en la realeza son muy diferentes a los del resto de los mortales, y en caso de divorcio no se tienen que preocupar mucho de los términos porque ya se pactaron antes de casarse, hace 24 años.

En este sentido, alguien cercano a Zarzuela ha indicado que «las cosas están prácticamente marcadas», ya que antes de darse el ‘sí, quiero’ Cristina e Iñaki firmaron un acuerdo prematrimonial en el que se reflejaron los acuerdos de un hipotético divorcio con diferentes escenarios e incluso razones de ruptura.

Además, se incluyo una cláusula de confidencialidad por la que Urdangarin no podrá desvelar nada de lo que haya visto u oído dentro del seno familiar durante su matrimonio. Fue una imposición de don Juan Carlos a sus tres hijos para protegerlos y, visto con el paso del tiempo, está claro que no se equivocó.

Lo primero que tiene que decidir Cristina es donde se quiere divorciar, si en España, donde se casaron, o en Suiza, en la que tienen el domicilio familiar. Lo más sencillo sería hacerlo en Ginebra, ya que podrían salvaguardar mejor todo el proceso y evitar las filtraciones no deseadas.

A juzgar por el comunicado que difundieron, todo parece indicar que será de mutuo acuerdo, que sería lo más deseable en su caso, ya que de no ser así tendría que intervenir un juez y un fiscal en el proceso e incluso la hija menor, Irene, tendría que comparecer ante el magistrado para manifestar con cuál de sus padres desea vivir.

Esto daría una relevancia pública al proceso impensable, por lo que muchos expertos lo descartan.

Casados en régimen de separación de bienes -como todos los miembros de la realeza-, el todavía matrimonio no tiene ninguna propiedad inmobiliaria compartida, por lo que el principal acuerdo al que tienen que llegar es la pensión de alimentos de los hijos que tienen en común y que dependan económicamente de ellos.

El coste de sus necesidades básicas, como alimentos, estudios, la ropa, el transporte… deben ser calculados y repartidos entre Cristina e Iñaki en una parte proporcional al dinero que ingresen. En este caso, estos gastos podrían ascender a los 15.000 euros al mes, ya que todos, menos Irene, viven fuera de la casa familiar y, excepto Pablo, todos están estudiando.

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Los hijos de la pareja tienen derecho a esta pensión hasta los 25 años, según determino el Tribunal Supremo. La custodia de Irene es otro de los temas que se deben tratar, pero probablemente se acordó en las capitulaciones matrimoniales y se quedaría con Cristina, que es con quien vive desde hace cuatro años, cuando su padre entro en la cárcel.

Los expertos juristas también descartan que Iñaki pida una pensión compensatoria, que se suele otorgar a aquel miembro de la pareja que se queda en una peor situación económica tras un divorcio para que pueda seguir manteniendo su nivel de vida, porque apenas se concede a hombres y suele estar ligada al hecho de que esa persona deje su trabajo para ocuparse de la familia. Algo que no sucede en el caso de Urdangarin, que no ha trabajado por sus problemas legales.

FUTURO COMPLICADO

Con el divorcio, también se le retirará a Iñaki el equipo de escoltas que tiene, siempre y cuando el Ministerio del Interior lo considere oportuno, y el ex deportista pasará a ser un ciudadano más y dejara de formar parte de la familia real.

Visto así, Cristina tiene mucho más fácil seguir con su vida, aunque la traición de su marido le haya roto el corazón. Una desolación que quedó patente en el aeropuerto de Ginebra, donde fue vista poco antes de viajar a ver a su padre a Abu Dabi.

Mucho más delgada, seria, con la tristeza reflejada en el rostro y completamente sola esperaba el embarque luciendo aún en su dedo su anillo de bodas, una pieza que Iñaki hace muchos años que ya no lleva. Un gesto con el que quizá se aferra a lo que ella pensó que sería irrompible, su matrimonio, y por el que lo dio todo.

Iñaki, por su parte, lo tiene más complicado. Está a punto de lograr la libertad condicional y saldar por completo su deuda con la sociedad tras haber estado en prisión y haber pagado casi un millón de euros entre multas e indemnizaciones.

Pero, a sus 54 años, su futuro es, cuando menos, incierto. Vive en casa de su madre, Claire Liebaert (86), tiene un sueldo de 900 euros en la asesoría legal donde trabaja y en la que no ha gustado mucho la atención mediática que han suscitado él y su nueva pareja, y la búsqueda de trabajo se antoja complicada por su poca experiencia y sus antecedentes penales.

Se había comentado que le habían ofrecido medio millón de euros por escribir sus memorias, pero, según Pilar Eyre, no lo va a hacer como tampoco va a realizar declaraciones a ningún medio.

Otro rumor aseguraba que podrían haberle ofrecido trabajo en un programa deportivo como comentarista, algo que no sería una idea que le desagradase, ya que es un campo que domina y en el que no tendría que contestar a preguntas acerca de su vida privada.

Solo el tiempo dirá cómo se desarrollan los acontecimientos y podrá quizá curar el dolor que siente Cristina, que lo perdió todo por su amor a Iñaki y recibió a cambio una traición que nunca imaginó.


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