Desde hace varios días, diversas voces dentro de Radio Televisión Española han comenzado a manifestar una preocupación creciente respecto al rumbo y la viabilidad del programa La Familia de la Tele. Fuentes internas solventes del ente público han trasladado un escenario complejo, marcado por la división de opiniones, las discretas cifras de audiencia y el temor a que ciertas decisiones de contenido puedan ser contraproducentes.
Dos bloques enfrentados
En el seno de RTVE se distinguen actualmente dos corrientes claramente diferenciadas. Por un lado, un grupo —en origen mayoritario, aunque en claro retroceso— que apuesta con firmeza por el programa y defiende su potencial de crecimiento. Este bloque, muy ligado a quienes promovieron inicialmente el fichaje de los rostros de La Familia de la Tele, sigue confiando en que el proyecto puede consolidarse en los próximos meses.
Por otro lado, empieza a emerger con fuerza un sector más escéptico, que considera que este tipo de formato no encaja con los valores ni el perfil de la televisión pública. Argumentan que se trata de un producto que funcionaba únicamente dentro del ecosistema de la televisión privada —específicamente en Telecinco— y que ahora podría estar lastrando al conjunto de la parrilla de La 1.
Audiencias preocupantes
Los datos hablan por sí solos. El programa ha registrado cifras modestas desde su estreno y, aunque ha experimentado una ligera recuperación, continúa moviéndose en tramos de audiencia que rondan el 6,7% y el 5,9%. Esto ha llevado al espacio a situarse como cuarta o incluso quinta opción en su franja horaria.
Mientras tanto, otros productos de RTVE sí están mostrando signos claros de consolidación. El nuevo enfoque de Mañaneros 360 ha dado buenos resultados, incluso superando en ocasiones a espacios consolidados como El programa de Ana Rosa. The Floor, el concurso presentado por Chenoa, también está funcionando adecuadamente, y series de ficción e informativos mantienen cifras estables. En este contexto, La Familia de la Tele empieza a percibirse como un “lastre”, término utilizado por varios trabajadores del ente.
Deserciones internas y autocrítica
El descontento no solo crece entre los más críticos. Incluso dentro del núcleo de apoyo incondicional al programa se han producido ya algunas deserciones. Se empieza a reconocer que La Familia de la Tele no está consiguiendo fidelizar a la audiencia, y se cuestiona abiertamente si no estará generando un “efecto rechazo” dentro de ciertos sectores del público tradicional de RTVE.
Algunos empleados admiten que existe una desconexión entre el contenido del programa y los valores de la televisión pública. Señalan, además, que parte del público habitual ha empezado a cambiar de canal en las franjas en las que se emite este espacio, lo que estaría afectando negativamente a otros productos, como las series emitidas posteriormente.
Rocío Carrasco: la gran incógnita
El caso de Rocío Carrasco es otro de los elementos que generan mayor tensión. Desde su aparición en la inauguración del programa, la hija de Rocío Jurado no ha vuelto a participar activamente en el espacio. Aunque no hay confirmación oficial, fuentes internas sugieren que podría existir un temor a que su presencia continuada intensifique la polarización mediática.
El llamado “efecto Carrasco” genera inquietud no tanto por el personaje en sí, sino por la herencia mediática que arrastra. Su vinculación con docuseries controvertidas ha dejado una impronta de politización que, según parte del equipo de RTVE, podría resultar letal para la imagen de un programa que ya se encuentra en la cuerda floja. Algunos incluso lo verbalizan sin rodeos: su incorporación estable podría ser “la sentencia definitiva” del formato.
¿Y ahora qué?
A pesar del contexto adverso, no está previsto que se tomen decisiones drásticas en el corto plazo. La dirección de RTVE, aún influenciada por quienes promovieron el proyecto, apuesta por aguantar hasta el final de la temporada. Confían en que durante los meses de junio y julio, con la bajada de actualidad informativa, el público busque más contenidos de entretenimiento, lo que podría dar un respiro al programa.
A medio plazo, sin embargo, existen ya dos posiciones claras: eliminar el programa o reformularlo profundamente. La opción de la reformulación gana terreno, ya que su cancelación total podría interpretarse como un fracaso rotundo y debilitar a la cúpula directiva, estrechamente vinculada con la productora.
A todo ello se suma un entramado contractual que complica cualquier decisión abrupta. Se habla de compromisos personales, apuestas individuales de altos cargos y contratos firmados que hacen que desactivar el programa no sea, ni mucho menos, una tarea sencilla.
Un debate que trasciende la pantalla
Aunque de puertas afuera se mantiene un discurso oficial que habla de “confianza plena” y de un programa “en construcción”, en los pasillos de Prado del Rey se respira un ambiente cada vez más tenso. Muchos consideran que el debate ya no es solo televisivo, sino político. Temen estar siendo señalados por una apuesta que algunos consideran un retroceso para la televisión pública.
La sensación predominante es que, salvo milagro, La Familia de la Tele difícilmente podrá revertir la situación actual. El tiempo corre en su contra y cada día que pasa, más voces se suman al grupo de los escépticos.

Ernesto Martín es periodista especializado en prensa rosa, realeza y cultura pop. En GATITAROSA.COM analiza con ironía y precisión los entresijos del universo mediático.
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