Concha Velasco se encuentra sola y con un brazo roto en su casa de Madrid, desde donde se lamenta por Ia situación causada por el covid-19, que además se ha cobrado la vida de un familiar.
Como actriz incombustible que es, la vallisoletana Concha Velasco se encontraba de gira por España con su obra de teatro ‘El funeral’ -escrita y dirigida por su hijo Manuel- cuando el Gobierno decretó el estado de alarma.
Hoy, tras semanas de confinamiento, la intérprete se ha confesado sobre cómo está viviendo el aislamiento desde su casa de Madrid y, pese a su fortaleza, reconoce que no se encuentra bien.
“Soy de Valladolid y tengo un carácter recio, pero, claro, lo estoy pasando mal, como todo el mundo”, afirma la artista, quien al sentimiento de tristeza que reina en la mayor parte de la población ha tenido que sumarle un contratiempo inesperado. Y es que, tan solo una semana antes de que comenzase el aislamiento, Velasco sufrió un incidente.
“Me rompí el brazo y me di un golpe en la cabeza, pero me lo he tenido que curar en mi casa sola porque mis hijos me protegen tanto que no dejan entrar aquí ni a Dios”, añade.
Para afrontar estos días de recuperación y soledad, la actriz de ‘Gran hotel’, católica y practicante, asegura que se esta apoyando en su fe.
“A Dios si le he visto estos días. Ademas, he comulgado con el papa, le he escuchado y estoy totalmente de acuerdo con lo que dice”», confiesa lamentándose a la vez por no “haber tenido una ramita de olivo para celebrar los días de Semana Santa”. Pero, además, al igual que multitud de españoles, la veterana intérprete también se ha enfrentado a la pérdida de un ser querido durante la crisis provocada por el covid-19.
“Eso es lo que mas me ha afectado. A todos se nos ha muerto alguien. Yo lo he pasado muy mal porque falleció una tía mía que estaba en una residencia y todavía no sabemos si la han incinerado, al igual que le esta pasando a mucha gente”, afirma.
Afortunadamente, para sobrellevar estos complicados días, la eterna ‘chica yeyé’ cuenta con el cariño de sus dos hijos, Francisco y Manuel, que viven muy cerca de su casa.
“Me cuidan mucho”, confiesa feliz.
Deja una respuesta