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Belén Esteban hundida y sin esperanza

«Muy desanimada y floja», pese a que la intervención ha sido todo un éxito, sufre muchos dolores y sabe que le esperan por delante varios meses de recuperación. Su primer mensaje ha sido de agradecimiento para su marido, Miguel.

Nunca se sabe cuando la vida puede cambiar y esto es lo que le ha sucedido a Belén Esteban (48), que ha sido operada de la tibia y el peroné después de que el pasado 25 de abril se cayera al suelo en el plató de ‘Sálvame’ realizando una prueba en la línea de las que se hacen en ‘SuperVivientes’.

Esa fatídica tarde, la colaboradora no estaba muy de acuerdo con subirse a la plataforma y quedarse en vilo en el aire, pero, siempre remando a favor del programa, decidió hacerlo y acabó de la peor manera posible.

Pese a que la distancia al suelo era muy pequeña, cayó sin protección, convirtiendo lo que podía haber sido un accidente tonto en todo un infierno. El 6 de mayo, doce días después del percance, era operada en el madrileño hospital de la Luz.

Un plazo que parece largo, pero necesario en su caso, ya que, como se sabe, la de Paracuellos padece diabetes desde los 10 años y antes de la intervención quirúrgica ha necesitado controles más rigurosos y específicos que un paciente sin patologías, puesto que su enfermedad complica cualquier operación. Además, le salieron llagas en la herida por la escayola que tenían que sanar antes.

«IMAGEN DESOLADORA»

Por fortuna, la intervención ` fue todo un éxito, pero resultó más difícil de lo que se esperaba y la recuperación, que en principio se planeaba de un par de meses, se alargara más en el tiempo. Esto ha provocado que su ánimo esté completamente por los suelos, tal y como explicó su compañero Sergio Ferrer (46), que ha sido una de las pocas personas que ha podido verla desde su accidente y que afirmó que le recibió entre lágrimas.

«Está muy desanimada y muy floja y me ha dicho que le encantaría estar en su casa. La imagen era desoladora porque la pobre está hundida, tiene la pierda amoratada y una máquina al lado de la escayola que le va drenando. Mínimo va a estar diez días ingresada.

Y la reincorporación al trabajo… estamos hablando de meses», explicó el reportero, que contó de forma muy precisa el motivo por el que la operación resultó muy larga y complicada: «El peroné es como si fuera de cristal y ha estallado en un montón de pedazos. La fractura ha sido muy considerable y el problema que hay ahora es que el posoperatorio es muy doloroso y le está costando mucho conciliar el sueño».

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Belén está recibiendo constantemente calmantes para frenar el intenso dolor que siente y que ha hecho mella, como no podía ser de otra manera, en su estado anímico. Una de las señales de este bajón es que decidió apagar el teléfono para evitar el aluvión de llamadas que seguro iba a recibir, y apenas ha tenido contacto con nadie.

De hecho, en las dos semanas que pasaron entre el accidente y la operación no intervino en su programa por teléfono, algo que en otra situación no hubiera sido extraño y que ha hecho la propia Lydía Lozano (61) tras romperse un brazo. Sus únicas publicaciones en redes sociales han sido de agradecimiento. La primera, tras el percance, a todos los que se preocuparon por ella pidiendo perdón por no contestar llamadas ni mensajes, alegando que no estaba con «mucho ánimo».

La segunda, días después de la operación y aún en el hospital, para agradecer a su marido, Miguel Marcos (36), todo su apoyo, cariño y comprensión con un «gracias» sobre una foto de ambos besándose en la playa. No en vano, el técnico sanitario no se ha separado de su lado en ningún momento y se ha convertido de nuevo en su ángel de la guarda.

Es quien comparte sus días y noches de dolor en el hospital y quien la acompaña en las visitas preoperatorias, donde impactó mucho ver a la colaboradora llegar en una ambulancia, tumbada en una camilla y tapándose con una manta para que no pudiera verse su rostro, imaginamos que transformado por el intenso dolor.

El gesto de Miguel también era de una seriedad absoluta y, educado como siempre, rehuyó hacer declaraciones. Además de los fuertes dolores que siente, Belén está muy nerviosa porque en el hospital no puede fumar, uno de los vicios confesables que tiene y que ha tenido que dejar a un lado en el centro médico. Ha llamado mucho la atención que tampoco haya recibido la visita del sus compañeros de programa, amigos o familiares, por lo que no es mucho aventurar que ha sido ella misma la que habrá pedido estar tranquila.

Tampoco se ha visto por el hospital a su hija y su madre, que hubiera sido lógico, pero se hubieran convertido en el centro del interés mediático, algo que la Esteban no quiere para las dos mujeres más importantes de su vida.

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SUS PLANES, EN EL AIRE

Ahora, la colaboradora tiene por delante una ardua, lenta y dolorosa recuperación que, para hacernos una idea, en el caso de los futbolistas profesionales, se alarga unos ocho meses. En el suyo, el tiempo será menor porque no requiere alcanzar una forma física tan exigente, pero los expertos calculan que no podrá volver a su trabajo hasta el último trimestre del año.

«Cada vez que hablo con ella, Hora. La recuperación es muy complicada», confirmó su amigo Jorge Javier Vásquez (51). Un parón radical para Belén, que es una mujer muy activa y que tenía planes para seguir expandiendo su firma de alimentación, de la que recientemente presentó un nuevo producto: el gazpacho kumato.

Los Sabores de la Esteban no es solo su empresa, sino también su plan de jubilación, y en los últimos meses ha visitado Abu Dabi, Mónaco o Alemania para presentar su firma, en la que cree fervientemente. «Mi primer objetivo era triunfar con mis productos y ahora quiero llevar por el mundo la marca España», decía a comienzos de abril, sin descartar tampoco tener su propio restaurante con productos hechos por ella, según contó.

Un plan que tendrá que esperar, al igual que los viajes que seguro tenía previstos, ya que aprovecha siempre que puede para hacer una escapada con su marido o visitar a su madre en Benidorm, como hizo durante la pasada Semana Santa. También sus planes veraniegos se verán afectados y tendrá que esperar a ver como evoluciona y la movilidad que va teniendo.

Hay una fecha más que es de suponer que tampoco podrá celebrar por todo lo alto, la del tercer aniversario de su enlace, el 22 de junio, con su boda por la Iglesia, aun en el aire. Y todo ello con el temor que siempre ha tenido por la diabetes que padece y que ralentiza la cicatrización, entre otras cosas. Así, no es de extrañar que la Esteban esté hundida, ya que este accidente ha sucedido en una época inmejorable de su vida y ha trastocado sus proyectos a corto plazo.


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