Anita Williams ha dicho “basta ya de tonterías”, y lo ha dicho con todas las letras, la mirada encendida y la vena del cuello a punto de estallar. Después de que Pelayo Díaz, el estilista con más lengua que filtro, la pusiera en el centro del huracán por un gesto con Álex Adróver, Anita ha sacado las garras… y el currículum entero.
Porque si algo tiene Supervivientes 2025 es que no hay gala sin drama, sin enfrentamientos y sin algún concursante que se levanta con ganas de soltar “yo vengo aquí a ser real, no a que me pisoteéis”. Esta vez, el turno ha sido para Anita, que ha terminado harta de que se cuestione su trabajo, su dignidad y hasta su tono de voz.
Pelayo y Anita: una guerra sin tregua
Que Pelayo Díaz y Anita Williams no se llevan bien no es ningún secreto. “Ni en la isla ni en la vida real habría química entre ellos”, diría cualquier vidente con dos dedos de frente. Son el agua y el aceite. El salmón y el chocolate. Y cada gala es como ver un capítulo nuevo de una serie de enredos donde todos se gritan, nadie escucha y Jorge Javier Vázquez hace de árbitro zen, aunque por dentro esté deseando tirarles un coco a cada uno.
En la última gala, Telecinco —experta en poner leña al fuego— emitió un vídeo donde se veía a Pelayo y a Manuel González poniendo a parir a Anita y a Montoya. ¿El motivo? Una supuesta falta de respeto hacia la profesión de Álex Adróver, que, recordemos, es actor. Muy actor. Actorísimo. Actor de “te he visto en algo, pero no sé en qué”.
¿Anita desprecia las profesiones ajenas?
Pues según Pelayo, sí. Porque, al parecer, Anita se habría reído del trabajo de Álex, lo que automáticamente la convirtió en el nuevo diablo de la isla. Eso sí, Anita no se quedó callada. Ni un poquito.
“He trabajado en un gimnasio, en la tele, en una guardería, en campamentos de verano, en voluntariados… ¡He hecho de todo!”, soltó con el corazón en la mano y la dignidad por bandera. “Desde barrer calles hasta ser el Rey de España, todo es digno”, remató con un zasca que resonó hasta en Zarzuela.
Y mientras soltaba su speech, los ojos de Pelayo rodaban más que un hula hoop con cafeína.
Pelayo contraataca… con payasos
Pero aquí no acaba el show. Porque Pelayo, que no sabe lo que es morderse la lengua (ni lo quiere saber), le devolvió el golpe: “A mí también me llamó payaso. Y mira, el circo es una profesión muy honrada”. ¡BOOM!
Anita, entre indignada y al borde de las lágrimas (o del grito, según Pelayo), se defendió como pudo: “Yo contigo no tengo problema, lo tienes tú por haber sido mal compañero”. Pero Pelayo, más duro que una piña verde, siguió: “Solo tiene dos tonos… o grita o llora”.
Y todos en plató cogiendo palomitas imaginarias, claro.
Demagogia barata y dardos venenosos
Pelayo, en un momento de yo también he sido pobre, recordó sus tiempos fregando suelos, sirviendo copas y trabajando en clubs (¿qué tipo de clubs? Nadie preguntó, pero la duda quedó en el aire). Y sentenció: “No hagas demagogia barata, que ya nos conocemos todos”. ¡Pum! Otro dardo directo al ego.
Anita no se calla (y menos si hay cámaras)
Pero Anita no es de las que se rinde. Y si hay algo que no soporta, es que se dude de su autenticidad. Porque en su discurso final dejó claro que lo que más le molesta es la falta de sinceridad:
“No es que actuéis o no actuéis. Es que no sois reales. Y si yo no me meto en vuestro grupito, es porque no sabéis cómo estoy aquí. Pero todo se habla”.
¡Y con eso cerró el debate! Bueno, hasta la próxima gala, porque con estos dos, el salseo está asegurado.

La loca más divertida de la redacción de GATITAROSA. Rosa… muy rosa… y alocada nuestra nueva incorporación. Redactora de “Supervivientes 2023” y otros cotilleos televisivos.
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