Y llegó el momento que todos esperábamos. Anita Montoya ha decidido romper su silencio y contar toda la verdad sobre lo que pasó con Montoya en Supervivientes 2025. Y vaya si la cosa tenía chicha, porque la confesión ha sido tan jugosa que ha hecho que el propio Montoya salga corriendo del plató como si hubiera visto un fantasma.
El drama en Playa Misterio que todos intuíamos
Después de 102 días dándose codazos en Honduras, por fin hemos conocido el secreto mejor guardado de esta edición. Y es que Anita, en un momento de valentía o de pura desesperación, ha decidido pedirle perdón a Makoke por haberla tachado de mentirosa. La cosa es que la catalana se ha puesto en pie, ha mirado fijamente a Makoke y ha soltado la bomba: “En Playa Misterio sí hubo pasión”.
¡Toma ya! Resulta que cuando todos sospechábamos que algo pasaba entre estos dos, y ellos lo negaban como si fueran dos niños pillados con las manos en el tarro de las galletas, resulta que Makoke tenía razón. Quién lo iba a decir, que la ex de Kiko Matamoros iba a ser la que más claro veía en este culebrón.
La cara de Makoke en ese momento ha sido un poema. Una mezcla entre “te lo dije” y “por fin alguien reconoce que no estoy loca”. Porque claro, llevar semanas diciendo que había visto cosas raras y que nadie te crea debe de ser frustrante. Pero al final, la verdad siempre sale a la luz, aunque sea a patadas.
Anita explota: “Estoy harta de que no me entienda nadie”
Y aquí es donde la cosa se pone interesante de verdad. Anita, que ya estaba hasta las narices de todo este circo, ha decidido vaciar el saco de una vez por todas. La chica ha montado un numerito digno de Oscar, llorando a moco tendido y gritando que “estoy harta de que no me entienda nadie”.
Vamos, que se ha puesto en modo víctima total. Que si nadie la comprende, que si solo importa la familia de Montoya, que si ella qué pinta en todo esto. Una pataleta en toda regla que ha dejado claro que la convivencia en Honduras no ha sido precisamente un lecho de rosas.
“No me importa nada. Parece que solo tienes familia tú, ¿y yo qué? No me importa, solo me importo yo”, ha soltado entre lágrimas. Y aquí uno se pregunta: ¿pero no era amor lo que había entre estos dos? Porque esto parece más bien una guerra campal.
La catalana ha aprovechado para cargar contra todos, diciendo que “desde que llegasteis habéis querido pisarme, esto es super ruin”. Vamos, que según Anita, ella es la incomprendida de la historia y todos los demás son unos malvados que van a por ella.
Montoya: del “sí pasó” al “fue traumático”
Y aquí viene lo mejor de todo. Montoya, que en un principio había encajado la confesión con deportividad diciendo que “lo físico es verdad”, de repente ha cambiado de tercio y ha empezado a hacer la pirula.
El tío ha pasado de confirmar que sí hubo algo a decir que su experiencia “había sido traumática” y que Anita “no estás valorando nada de lo que he hecho por ti”. ¡Pero bueno! ¿En qué quedamos? ¿Fue bonito o fue traumático?
“Hubiera sido muy fácil agarrarme a la imagen que tenías y aún así te he apoyado desde el principio”, ha añadido Montoya, dándose golpecitos en el pecho como si fuera un santo. Porque claro, según él, ha sido un verdadero caballero andante defendiendo el honor de su dama.
La noche loca en Madrid que nadie sabía
Pero espera, que esto no acaba aquí. Resulta que estos dos tortolitos tuvieron una segunda ronda, y esta vez fue en Madrid. Porque claro, después de la experiencia “traumática” de Honduras, lo lógico era repetir en un hotel de la capital.
Los finalistas de Supervivientes estuvieron dos noches en un hotel para volver a la normalidad antes de la final. Y estas dos noches las pasaron juntos. Vamos, que aprovecharon para tener su particular luna de miel post-reality. Porque nada dice “estoy traumatizado” como pasar dos noches de hotel con la persona que te ha traumatizado.
Eso sí, después de la final, cada uno se fue por su lado sin ni siquiera mandarse un mensaje de WhatsApp. “Lo habíamos hablado”, ha dicho Montoya, como si fuera lo más natural del mundo. Vaya forma de terminar una historia de amor, ¿no? Sin ni un triste emoticono.
El momento cumbre: Montoya huye del plató
Y aquí llega el momento más surrealista de toda la noche. Después de que Anita soltara toda la verdad, el programa se ha ido a publicidad. Y Montoya, que no podía más con la situación, ha decidido hacer las maletas mentales y largarse del plató.
El chico ha salido por patas, dejando a Sandra Barneda con la palabra en la boca y a Anita llorando como una magdalena. “Yo no quería esto, de verdad. No quería decirlo”, confesaba la catalana, que se había dado cuenta de que quizás había metido la pata hasta el fondo.
Mientras tanto, Montoya estaba en camerinos gritando a los cuatro vientos: “Quiero ser feliz, me lo merezco: no tengo necesidad de inventarme algo que no he hecho. Solo me he dejado llevar. Yo necesito mi distancia. Me rindo de este juego, quiero ser feliz”.
Vamos, que el tío ha tenido una crisis existencial en toda regla. Ha pasado de confirmar que hubo pasión a decir que se lo había inventado todo. ¿Pero en qué quedamos? ¿Hubo o no hubo? Porque esto parece más bien un bucle infinito de contradicciones.
El juego de la verdad que nadie pidió
Lo que está claro es que esta pareja ha conseguido lo que parecía imposible: hacer que un debate de Supervivientes sea más intenso que los propios 102 días de concurso. Porque vamos a ver, ¿era necesario montar este numerito?
Anita ha justificado su confesión diciendo que estaba harta de que nadie la entendiera y que por eso lo contaba todo. “Yo lo oculté porque lo explico yo y cuando quiero, y cuando lo dijo Makoke me dio rabia”, ha añadido. O sea, que la cosa no era que no hubiera pasado nada, sino que no le gustaba que Makoke se adelantara a contar su verdad.
La catalana ha intentado quedar como la buena de la película, diciendo que “yo no necesito apagarte a ti, podemos brillar los dos”. Pero claro, después de montar el pollo que ha montado, es un poco tarde para hacerse la conciliadora.
El reality que se come al reality
Y es que al final, lo que ha pasado en el plató ha sido más intenso que todo lo que vimos en Honduras. Porque allí al menos tenían la excusa del hambre, la sed y los mosquitos. Pero aquí, con el estómago lleno y en plató de televisión, han montado un drama digno de telenovela mexicana.
Montoya ha demostrado que no está preparado para la intensidad emocional que requiere estar con Anita. El tío ha salido corriendo como si hubiera visto al mismísimo demonio. Y Anita, por su parte, ha confirmado que es capaz de montar un numerito épico cuando se lo propone.
La reconciliación que nunca llegó
Lo más triste de todo esto es que se suponía que estos dos se querían. Que habían salido de La Isla de las Tentaciones como pareja y que iban a luchar por su amor. Pero vamos, que después de ver este espectáculo, uno se pregunta si alguna vez hubo amor real o solo era puro show.
La verdad es que da pena ver cómo una relación que podría haber sido bonita se ha convertido en un intercambio de reproches y acusaciones. Montoya acusando a Anita de ser cruel, y Anita acusando a Montoya de no valorar lo que ella ha hecho por él.
El futuro incierto de una pareja rota
Después de este espectáculo, está claro que lo de Anita y Montoya está más muerto que el dodo. No hay vuelta atrás después de montar semejante numerito en televisión nacional. Porque una cosa es tener problemas de pareja, y otra muy distinta es ventilarlos de esta manera tan espectacular.
Montoya ha dejado claro que quiere distancia, y Anita ha demostrado que no tiene problema en airear los trapos sucios cuando se siente acorralada. Vamos, que estos dos juntos son más tóxicos que un barril de lejía.
Y mientras tanto, Makoke debe estar en su casa riéndose a carcajadas, porque al final ha resultado que tenía razón en todo. Que intuía que algo pasaba, que veía cosas raras, y que estos dos la estaban tomando por tonta. Pero la verdad siempre sale a la luz, aunque sea de la forma más dramática posible.
El epílogo de un culebrón interminable
Lo que ha quedado claro después de este espectáculo es que los realities ya no se acaban cuando se apagan las cámaras. Ahora el verdadero show empieza en los debates, donde los concursantes se desnudan emocionalmente y nos regalan momentos como este.
Anita y Montoya han conseguido que su historia sea recordada no por su paso por Supervivientes, sino por cómo han gestionado su ruptura en directo. Y la verdad es que no han salido muy bien parados ninguno de los dos.
Ella, por montar el numerito y soltar la bomba de la forma más dramática posible. Él, por salir corriendo como un cobarde cuando las cosas se han puesto feas. Vamos, que ninguno de los dos ha dado ejemplo de cómo gestionar una ruptura con clase.
Al final, lo único que ha salido ganando de todo este circo ha sido la audiencia, que ha disfrutado de un espectáculo de primera categoría. Porque reconozcámoslo, esto ha sido mejor que muchas películas que hemos visto últimamente.

La loca más divertida de la redacción de GATITAROSA. Rosa… muy rosa… y alocada nuestra nueva incorporación. Redactora de “Supervivientes 2023” y otros cotilleos televisivos.
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