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Ana Obregón: Su renacer tras dos años de dolor

El 13 de mayo de 2020, día en que murió su hijo, Alex, la presentadora se sumió en una tristeza desgarradora que está superando con la vista puesta en el trabajo y en el cuidado de su padre. «Estoy con fuerzas y muy agradecida», ha asegurado.

El 13 de mayo se cumplieron dos años de la triste desaparición de Alex Lequio. Una muerte muy prematura que dejó a todos los que le querían devastados y, en especial, a sus padres, Alessandro (67) y Ana Obregón (61).

Durante este tiempo, ambos han transitado el camino del duelo y la presentadora lo ha hecho sin ocultar su desgarro y tristeza, pero también el agradecimiento por haber conocido el amor sin límites.

Veinticuatro meses después, Ana va saliendo poco a poco del pozo de dolor en el que ha Vivido durante mucho tiempo, tal y como ella misma ha contado en sus redes, que en todo este tiempo se han convertido en su ventana al mundo, en su diario de a bordo para relatar el Camino de aceptación y superación en el que está inmersa y para recordar tiempos más felices con su hijo y con su madre, que falleció hace un año.

COLECCIONA MOMENTOS

Tras estar meses alejada de los focos, la presentadora reapareció en un evento vestido de blanco, que es el color que simboliza el luto en países como Japón, la India o China, y que es el único bono, junto con el negro, del que se viste desde que murió su hijo.

Luciendo también un collar y una pulsera con el nombre de Alex que no se quita nunca, Ana se mostró más animada y sonriente con la prensa, devolviéndonos un poco a aquella Obregón feliz que aseguró que ya no existe y enarbolando la bandera de la esperanza.

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«Estoy con fuerzas y muy agradecida, no solo a los medios de comunicación; sino a toda la gente», afirmó emocionándose al contar que se ha sentido muy arropada en el peor momento de su vida. Sus seres queridos y sus íntimos amigos, como Susana Uribarri (57) que también es su, representante y Raúl Castillo, no la han soltado de la mano y entre todos han conseguido que vea el futuro con optimismo y recupere la ilusión.

Algo en lo que ha tenido mucho que ver también su vuelta al trabajo, que se intensificará a partir del otoño. «En septiembre viene ‘Mask Singer’ y después, ya sabéis, hay un libro… Hay muchas cosas», confirmó. A estos proyectos se les suma la serie sobre su vida que protagonizará ella misma y su trabajo al frente de la fundación que lleva el nombre de su hijo y con la que quiere recaudar fondos para la investigación del cáncer infantil.

«El trabajo me ayuda. El dolor es igual de intenso, pero, en vez de estar veinticuatro horas al día sufriendo de dolor de alma y de corazón, cuando trabajo son menos horas», confesó recientemente. Con la agenda laboral repleta, reconoció que este año no tendrá mucho tiempo para disfrutar de las vacaciones, pero tiene claro cuál es su prioridad para estos próximos meses.

«Tengo que escribir la serie y el libro. Y voy a estar con papa, cuidándole. ; Es un campeón, estoy cuidándole. Tiene 96 años y que dure, por favor», imploró, ya que en muy poco tiempo ha perdido a dos de las personas más importantes de su vida y a su madre, Ana Maria, aún no ha podido llorarla como se merece, tal y como ha relatado en varias ocasiones.

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Ahora se aferra fuertemente a su padre, compartiendo su tiempo con él y siguiendo la lección que le dio Alex y que compartió con el público: «Colecciona momentos. No colecciones cosas, porque al final es lo que te llevas».

DURAS ENSEÑANZAS

«He aprendido que es mentira, que el tiempo todo lo cura. Hay heridas que siguen sangrando toda la vida, pero aprendes que la distancia puede evitar un abrazo, un beso… pero nunca este amor infinito que crece cada día», escribía recientemente en sus redes, con lo que evidencia la aceptación de la ausencia y pone en valor el amor, haciendo recordar una de las frases que pronunció en la primera entrevista que dio en televisión, el pasado mes de febrero:

«El duelo es el precio que pagas por haberte atrevido a amar tanto». Para llegar a este renacer tras dos años de intenso dolor, Obregón ha realizado un gran trabajo interior apoyándose en la lectura, el yoga, la meditación y el «silencio» y, ahora, Ana ofrece la mejor versión de sí misma.

«Es una Ana más de corazón, más fuerte, con un gran aprendizaje interior y más generosa», explicó hace meses. Lo que permanece intacto es el cariño y la simpatía que el público siente hacia ella y que ahora ve feliz como, pasito a pasito, ve la luz al final del túnel.


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