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Ana Obregón entregada a su padre

La actriz se ha escapado a su casa de Mallorca, donde está cuidando de su progenitor.

«Está muy malito, pero tiene una fortaleza impresionante», dice emocionada.

Aunque ella misma reconoce que su vida tiene otro sentido, ha perdido gran parte de su brillo desde que falleció su hijo, Ana Obregón (67) está tratando de disfrutar del verano en un rincón muy especial: su casa de Mallorca.

Esta impresionante mansión a la que llaman El Manantial y que ha sido el punto de encuentro familiar desde que su padre la construyera, en los años sesenta, es ahora el refugio en el que la actriz encuentra la calma y la paz para seguir viviendo su duelo.

Y, aunque la tristeza se ha convertido en su compañera de vida, Ana también está aprovechando al máximo cada momento junto con su progenitor, Antonio, que a sus 96 años es su compañía preferida.

«Me estoy aprovechando de ti, papa, no paro de besarte y achucharte. Aunque sé que tú echas infinitamente de menos al amor de tu vida y yo al mío, no nos decimos nada. Solamente nos abrazamos mirando a ese mar Mediterráneo que un día nos hizo tan felices. Solo quedamos los dos», ha escrito la actriz junto a una tierna imagen de ambos.

En ella se los ve sonrientes, aunque Antonio no atraviesa su mejor momento.

«Está muy malito. Le cuesta mucho hablar y lo único que dice es: ¿Y mama?», asegura emocionada Ana, y remarca: «A pesar de lo delicado que está, es impresionante su fortaleza».

SU GRAN INSPIRACIÓN

Una cualidad que ella ha heredado, como ha demostrado desde que Alex murió. En Mallorca, todo le recuerda a él y asegura que, cuando mira al mar, las olas le «cantan» su nombre. Pero esto también le está sirviendo de inspiración para terminar el libro que él comenzó a escribir y que Ana define como «una historia de amor entre una madre y un hijo, bonita y cruel».


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