Para hacer lo que hizo ayer a las 12 de la noche Ana Obregón en TVE hay que ser una grande de la televisión. Algo que nunca dará un minivestido ni un «nórdico» de Primark.
Nadie mejor que ella para cerrar un año lleno de tristezas con una sonrisa, aunque todos hemos sido hoy un poco Anne Igartiburu con los ojos arrasados, porque, la verdad es que no sé que me ha emocionado más, si el dolor de Ana Obregón o la empatía y profesionalidad de Anne Igartiburu.
«Lo más importante en esta vida es dedicar tiempo y amor a las personas que quieres». Así ha dicho adiós a 2020 Ana Obregón en #CampanadasRTVE, con palabras de su hijo Alex y un mensaje de superación y esperanza -> https://t.co/rnA9WStKYB Feliz 2021 pic.twitter.com/m1wadN1F0Y
— RTVE (@rtve) December 31, 2020
La elegancia es una cosa y la ordinariez es otra. Y Ana y Anne son dos figuras televisivas que saben presentar un espectáculo con clase, además este año era especial por el ejemplo de superación que dio Ana.
Ana Obregón ha vivido, sin ninguna duda, el dolor más indescriptible que se puede vivir. Y se ha puesto delante de una cámara para dar voz al sentimiento de muchos. Y encima se ha plantado y ha pedido dinero para investigar el cáncer y otras enfermedades. A sus pies. Gracias, Ana.
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