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Ana Boyer: «La heredera discreta»

AI contrario que su madre y su hermana Tamara, la mujer de Verdasco ha preferido vivir alejada del foco mediático, centrándose primero en sus estudios y ahora en la familia que ha creado junto con el tenista y sus dos hijos, Miguel y Mateo.

Reservada, inteligente y muy educada. Así describe el entorno más cercano a Ana Boyer, que acaba de cumplir 32 años. La hija pequeña de Isabel Preysler (70) ha soplado las velas rodeada de su familia y en la intimidad de la casa de su madre, el lugar donde vive con Fernando Verdasco (37) y sus dos hijos, Miguel, de dos años, y Mateo, que nació el pasado mes de diciembre. La celebración ha sido como es su costumbre, sin grandes fiestas y sin las cámaras y los focos que siempre han perseguido a su madre y ahora lo hacen con su hermana Tamara, que ha continuado con la estela de Isabel. Ambas son la viva imagen del glamour y, aunque la situación actual no lo permite, las dos han sido asiduas a las fiestas más elegantes del panorama social.

Sin embargo, la benjamina de la «reina de corazones» ha preferido mantenerse en un discreto segundo plano y no se ha prodigado mucho en eventos ni en demasiadas campañas publicitarias.

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«SOY LA MÁS EMPOLLONA»

La joven se caracteriza por la prudencia y han sido contadas las ocasiones en las que se ha puesto delante de una cámara. Al igual que su padre, Miguel Boyer, por el que sentía una gran admiración, desde muy pequeña sintió otros intereses. «Él siempre me dijo que fuera responsable y que diera prioridad a los estudios. Me ayudó a tener disciplina y a esforzarme», ha comentado en alguna ocasión. Ana siguió el consejo paterno y en 2012 se licenció en Derecho y un año después acabé su carrera de Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Lo hizo con muy buenas notas. «Soy la más empollona de la casa. En realidad, soy la única, porque mis hermanos han escogido otros caminos», explicó. Unas palabras que corroboré 1a propia Tamara: «Ana es superlista. Era la más estudiosa, la que sacaba mejores notas y mami no tenía que estar pendiente de que hiciera los deberes». La joven completó su formación académica dominando a la perfección el inglés y el portugués gracias a unas prácticas que hizo en un banco de Brasil. De hecho, quería dedicarse al mundo de la consultoría estratégica y durante alguien tiempo ejerció su profesión en varias empresas, como el Banco Santander o el prestigioso bufete de abogados Uria & Menéndez, para después encargarse de las cuentas y los contratos publicitarios de su madre y su hermana. «Los empieza a leer y va tachando: ‘Esto si, esto no, esto tampoco’. Y mami y yo nos miramos y ni rechistamos», confirmé la marquesa de Griñón entre risas.

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MUY UNIDA A LOS SUYOS

También en lo referente a su vida sentimental ha sido muy discreta. No se le conocieron muchas parejas hasta que Fernando Verdasco llegó a su vida, en 2013. Su relación con el tenista le hizo alejarse aún más del foco mediático, y juntos han aparecido en contadas ocasiones y siempre en eventos muy señalados. Desde ese momento, la hija pequeña de Miguel Boyer dejó en segundo plano su faceta profesional para seguir al deportista por todo el mundo en sus competiciones. Ya era una asidua de las canchas de tenis y lo fue mucho más tras su romántica boda, celebrada en Mustique, en el Caribe, en 2017. Poco más de un año después llegó al mundo su primer hijo, Miguel, llamado así en recuerdo de su padre, al que estaba muy unida y al que cuidé hasta que falleció, en 2014. En diciembre de 2020 aumentaron la familia con el pequeño Mateo, un sueño hecho realidad para Ana, que años antes ya sabía el tipo de madre que sería: «Estoy segura de que seré estricta porque es lo que he vivido». A pesar de las propiedades que tiene el tenista en España, Ana, Fernando y sus hijos viven en casa de Isabel, y es que madre e hija tienen una relación muy especial: «Ella me ha enseñado muchas cosas, sobre todo a ser perfeccionista». Preysler, además, se ha encargado de que todos sus hijos estén unidos, pese a la distancia que la separa de Chébeli (49), Julio José (48) y Enrique (45), siempre ha tenido un gran vínculo con ellos. Mayor aún es con Tamara, a la que adora y califica de «compi». Con los que apenas tiene relación es con los hijos mayores de su padre, Miguel y Laura. Aunque, haciendo gala de su discreción habitual, jamás ha revelado los motivos de este distanciamiento.


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