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Adiós a Jesús Quintero

El periodismo pierde a uno de sus grandes maestros, que manejaba el tiempo y los silencios en las entrevistas como nadie, creando una atmosfera única y muy personal que cautivo al público tanto en la radio como en la televisión.

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El pasado 3 de octubre se apagó la voz del maestro de la comunicación, Jesús Quintero, a los 82 años. La muerte le sorprendió echándose la siesta en la residencia de ancianos de Ubrique (Cádiz), a la que se había trasladado de manera temporal para recuperarse de una afección respiratoria. De personalidad excéntrica, que se reflejaba en su forma tan particular de vestir, en la que nunca faltaban coloridos chalecos y pañuelos, quienes le conocieron aseguran que era un hombre extremadamente coqueto, fumador empedernido, amante de los buenos coches, al que le gustaba ser el centro de atención, que nunca olvidó sus orígenes andaluces y que no llevaba nada bien el paso del tiempo y la vejez que conllevaba.

Un genio que llevaba varios años apartado de su profesión, pero que soñaba con volver a los medios para despedirse de su audiencia fiel y así poner punto final a una carrera que comenzó hace más de 40 años. Décadas en las que sufrió varias depresiones, un problema del que hablaba abiertamente con su equipo en una época en la que era un tabú.

Jesús tenía una personalidad complicada, que hizo que su madre se refiriera a él de esta manera cuando solo era un niño: «Eres más raro que un perro verde o los ratones coloraos». Dos acepciones que, lejos de molestarle, le sirvieron años más tarde para titular sus programas más exitosos, que eran precisamente reflejo de esa forma de ser y entender el oficio del periodismo.

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SU SEÑA DE IDENTIDAD

Así deslumbró a los españoles con su maestría a la hora de entrevistar, primero en la radio y después en la televisión, gracias a su dominio de la atmósfera, los tiempos, la intimidad y el silencio. Este último fue una de sus señas de identidad. En sus programas había silencios larguísimos, impensables en cualquier medio hoy en día, que empujaban en cierta manera a hablar al entrevistado para no enfrentarse a ellos.

Un recurso, además de sus cualidades como conversador, con el que logró que famosos, políticos y personajes de lo más variopintos se confesaran y dieran titulares que han pasado a la historia. Una de las entrevistas más recordadas es la que hizo a Rocío Jurado en 2006, y que fue la última de la artista y en la que habló de su vida, de lo que daría por volver a ser anónima y del precio que había pagado por la fama.

Sin lugar a dudas, Jesús tuvo una personalísima manera de ejercer el periodismo que nadie se ha atrevido a imitar y que se lleva con él, dejando para el recuerdo cientos de interesantes conversaciones.

TRATAMIENTO DE ESTRELLA

Su vocación frustrada fue la interpretación, y de ahí que comprara un teatro en Sevilla al que puso su nombre y que acabó arruinándole. Muy joven decidió probar suerte sobre las tablas y un empresario se acercó para decirle que su voz llegaba a la última fila, cambiando para siempre su destino profesional, que paso de las tablas a las ondas.

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Comenzó a trabajar en los años setenta en Radio Popular de Huelva y Radio Nacional y se convirtió en un referente de la comunicación con su programa ‘El loco de la colina’. A finales de los ochenta, Quintero dio el salto a la televisión con ‘El perro verde’, y después hizo otros programas como ‘Cuerda de presos’ o ‘Ratones coloraos’, que le sirvieron para consolidar su popularidad y convertirse en una estrella en Latinoamérica.

Su amigo y compañero Jesús Melgar, que ha escrito la única biografía del periodista, le define como excesivamente perfeccionista. «Le gustaba el tratamiento de estrella del rock», explica, y como ejemplo cuenta que Montserrat Caballé le citó para una entrevista a las 8:30 de la mañana. Quintero no fue, pero en su lugar mandó un ramo de flores con una tarjeta en la que decía: “Para divo, yo».

Genio y figura para un periodista que preservó al máximo su vida privada y al que lloran su mujer, Maria, sus dos hijas, Andrea y Lola, sus innumerables amigos y todos los amantes del periodismo.


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